03 diciembre 2012

LOS MITOS DEL NACIONALISMO V. EL MITO TAURINO



Debo confesar no soy ningún aficionado a la fiesta nacional. No heredé tal cualidad de mis padres, a los que recuerdo en mi niñez disfrutándolas ante el televisor en cada oportunidad. Incluso mis vacaciones universitarias recuerdan a mi madre madrugando para ver los encierros de los sanfermines cada primeros de julio. A pesar de todo, yo nunca he sentido atracción por las corridas de toros, por más que conozco el ritual, por mas que he asistido en ocasiones a la Real Maestranza (de gorra siempre) y por mas que tengo buenas relaciones con gente muy cercana a la lidia.

No obstante, me declaro profundamente respetuoso con una fiesta ancestral que hunde sus raíces en los orígenes de nuestra civilización y nuestra Historia. No sintonizo con los movimientos antitaurinos que propugnan su eliminación con los argumentos del ejercicio de una tortura anacrónica o violencia gratuita para con los toros. Y no pienso así solo por respeto a una tradición milenaria. No solo por considerarla tremendamente productiva en términos económicos (1,5% del PIB) y en sintonía con la defensa del medio ambiente (no confundir ecologismo con animalismo). Es que no me convencen las causas contra esta actividad, sencillamente desde mi perspectiva, pesan más los pros que los contras.

A estas alturas el heroico lector intuirá que estas líneas no han nacido de mis pasiones taurinas. Lo que me ha movido a escribir lo que hacía tiempo rumiaba es la prohibición que el nacionalismo catalán logró de la fiesta de toros en su comunidad autónoma. El parlamento catalán votó hace tiempo suprimir las corridas de toros en Cataluña. Una decisión soberana y respetable, aunque sea borrar de un plumazo un sector de actividad económica. Lo que no me parece tan respetable es que para justificar la prohibición se retorciera la Historia. Ahí me dieron en la tecla. Cuando escuché por televisión al papanatas nacionalista de turno (siempre hay uno de turno fíjense bien) vociferando que los toros era una costumbre anticatalana impuesta en su territorio por la dominación española (léase castellana que es lo que quieren decir), entonces este artículo nació para ser escrito hoy. Porque los toros existen en Cataluña desde hace siglos, tantos o más que en el resto de España, tantos que datar su origen es una tarea que aún no ha terminado. Veamos.

El origen de las corridas de toros en la península ibérica hunde sus raíces en la cultura grecolatina que es introducida en el proceso de romanización. Algunos historiadores como Collins apuntan a que a su llegada a la península ibérica, los romanos encontraron algunas tribus celtiberas que realizaban luchas rituales con los toros. Pero lo más probable es que dichas prácticas estuvieran influenciadas por siglos de contacto con la civilización griega que emanaba de las polis situadas en toda la costa del levante. De lo que no cabe duda es de que los romanos eran portadores de prácticas religiosas que implicaban luchas de toros bravos contra hombres, que originariamente eran prisioneros o esclavos inmolados con carácter ritual. En esto compartían la visión del toro de varias culturas de la cuenca mediterránea oriental, donde el culto al toro como divinidad se extendió en la Edad del Bronce desde Egipto a Grecia pasando por la civilización minoica.



Vaso ático representando a Heracles y el toro de Creta 500-475 a.C.


Pues estos mismos romanos comienzan la conquista de Hispania con su desembarco en ¿saben donde? Pues en la actual Cataluña, en Ampurias en el contexto de las Guerras Púnicas. Allí dan con río al que bautizan como Iberus, palabra que evolucionó en Ebro. De hecho el Ebro se había establecido como frontera de las áreas de influencia cartaginesa y romana, perteneciendo a Roma las tierras al norte del rio (Cataluña). La romanización, que comienza en la Tarraconense y se extiende con los siglos a toda Hispania, asienta definitivamente en la cultura local los juegos y luchas de fieras, en las que el toro era un animal de frecuente intervención, existiendo constancia de luchas contra osos, leones y por supuesto seres humanos. La Legión VII Gémina, reclutada en la Tarraconense y destinada en Hispania casi toda su historia, adoptó el símbolo del toro en sus escudos. Los romanos extendieron sus luchas de toros tanto en Hispania como en la Galia y dichas luchas fueron poco a poco distanciándose de su carácter religioso para ser una actividad popular, festiva y folklórica. Por lo tanto yo diría que tenemos con una probabilidad mas que considerable fiestas de toros en Cataluña en la Edad Antigua.

En la alta Edad Media, hay muy pocas referencias a la intensidad o modalidades de estas prácticas. Lo que es seguro es que afortunadamente el cristianismo no las consideró perjudiciales pues, como dijimos mas arriba, hacía tiempo que habían perdido su conexión religiosa. Durante la ocupación visigoda y en los primeros tiempos del califato omeya, hay cierta oscuridad sobre espectáculos taurinos, aunque la persistencia de los mismos en etapas posteriores da idea de que la arraigada costumbre pervivió intacta a través del tiempo. Sí está documentada en el siglo VIII la afición de Carlomagno a los lances de toros, no debiendo olvidar nosotros que el origen de Cataluña como el de todo el Reino de Aragón está en la Marca Hispánica que este Rey de los Francos creó al sur de los pirineos como tapón a la penetración islámica en Europa.

Ya en el renacimiento, en 1542 la ciudad de Barcelona homenajea al príncipe Felipe, futuro Felipe II de España, con "luminarias, danzas, máscaras y juegos de toros".  Desde entonces hasta nuestros días hubo corridas de toros en Cataluña como en el resto de España. Ni que decir tiene que es enorme el arraigo popular de otros festejos asimilados a las corridas, que no poco han chocado con la radical medida.

Por lo tanto, señores nacionalistas, prohíban ustedes lo que quieran. Prohíban los toros, la tortilla española, al toro de Osborne o a Papá Noel si les place. Pero no retuerzan la Historia.

Para terminar solo dos curiosidades.

Es bastante aceptado que el origen de la barretina o tocado regional catalán se remonta al gorro frigio. Hay que reseñar que este diseño de gorro no fue adaptado solo por Cataluña sino que también perduró en Francia, Portugal, Baleares e incluso Nápoles y Sicilia. Pues bien, los antiguos frigios eran conocidos por el culto  a Cibeles y la realización en su honor de sacrificios rituales de toros. Es también uno de los atributos del dios Mitra cuyo culto oriental se introdujo en occidente con los legionarios romanos y cuyas fiestas asumió el cristianismo (como la del Sol Invictus que celebraban el 25 de diciembre ¿les suena?).







Sacerdote frigio con una "barretina" sacrificando a un toro








Les dejo con una pregunta. Por más que me congratule y diga mucho a favor de ellos, no dejo de preguntarme ¿por qué el nacionalismo vasco nunca atacó a los toros?

Que tengan buena semana.





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