17 diciembre 2020

DÉMOSLES ESPERANZA

 

Estoy seguro de que casi todos mis lectores habrán visto la película Enemigo a las puertas, dirigida por Jean-Jacques Annaud. La historia transcurre durante el asedio de Stalingrado en 1942-43 y se centra en la figura del soldado Vasili Záitsev, a la postre héroe de la Unión Soviética, y su duelo personal con el mayor König, por parte del ejército alemán.

Como toda novela histórica, basa sus personajes en personas reales, de carne y hueso, que realmente existieron y participaron de un modo u otro en aquel terrible episodio de la Segunda Mundial. Como tales personajes adoptan unas actitudes, cualidades y acciones que no tienen que estar necesariamente conectadas con la realidad histórica. Por ejemplo, según mis amigos historiadores, no está nada claro que el papel de Nikita Khrushchev (interpretado por Bob Hoskins) en aquella batalla fuera tan decisivo y protagonista. Ya lo hemos comentado mucho, el cine es cine, nada más y nada menos, por lo que no insistiré en este post en ello.

Lo importante, lo que más me gustó de la película, la escena que me marcó, y la lección que quiero traer hoy a este blog es la que sigue.

En una habitación improvisada como cuartel general, Khrushchev pide sugerencias al plantel de comisarios políticos. Sugerencias para cambiar el desastroso estado de la moral de los hombres, que está al filo de convertir Stalingrado en una derrota más que añadir a la larga lista de vergüenzas cometidas por el Ejército Rojo en la defensa de su propio suelo. Unos cuantos balbucean las medidas de siempre: dar ejemplo, ejecutar a los que se rindan, Gulag, no, mejor fusilamiento sin piedad a los que retrocedan o muestren flaqueza ante el enemigo…. Es decir, todo lo que ya se estaba haciendo, las medidas acostumbradas de papá Stalin, el carnicero de Georgia.

Pero uno dijo algo diferente. El joven comisario Danilov (Joseph Finnes), desde la segunda fila,  responde un escueto “¡Démosles esperanza!” (Give them hope!, en la versión original).

Cuando Khrushchev le interroga sin palabras, Danilov, nervioso pero empujado por la fuerza que da creer con pasión en una idea, se explica: "Aquí, la única opción que tienen los hombres es elegir entre las balas de los alemanes y las nuestras. Pero hay otro camino: el camino del valor. El camino del amor a la Madre Patria. Debemos publicar nuevamente el periódico del ejército. Debemos contar historias extraordinarias, historias que exalten el sacrificio, la valentía. Debemos hacerles creer en la victoria. Démosles esperanza, orgullo, deseo de luchar. Sí, por supuesto, necesitamos dar ejemplos, pero ejemplos a seguir”.

La razón por la que hoy traigo esta píldora motivacional a mi blog es para tratar de luchar contra el aluvión de pesimismo que nos tratan de inyectar en vena los medios de comunicación. No es asunto nuevo en mi blog, que cuenta con varios artículos que denuncian esta manipulación mediática de la conciencia colectiva y de las individuales. Esta intromisión violenta en nuestra moral, con el objeto de desanimarnos, de abatir nuestro espíritu de lucha, de adormecernos a base de eliminar de nuestra vida toda esperanza.

Y esta pandemia les ha proporcionado munición infinita para acribillarnos desde sus púlpitos y allanar sin permiso nuestra felicidad, entrando como elefante en cristalería, para desmontarnos cualquier atisbo de alegría.

Por todas partes surgen “expertos”, que saben mucho, y nos repiten los mantras de siempre: “lo peor está por venir”, “esto se derrumba”, “agárrense que vienen curvas”….

¿Que empezamos a superar la segunda ola de la pandemia?… ya comienzan a anunciar la tercera. ¿Qué aparecen vacunas contra la enfermedad?... no son seguras, se han producido demasiado deprisa, no son válidas, la gente desconfía de ellas y tardarán muuuuucho en crear inmunidad de grupo. Y así todo… para robarnos nuestra esperanza.

Esperanza según la RAE es Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea

Elpis era la diosa griega de la esperanza, aunque no se le conocen templos. Los romanos la llamaron Spes y la representaban como una joven que portaba una cornucopia y una flor. Ellos sí le edificaron varios templos y fue una deidad importante en el culto de la ciudad. El cristianismo, como habitualmente, difuminó a la diosa Spes asimilándola a la madre de Cristo, de modo que hoy no es más que una advocación de su virgen María. Si con este culto antiguo sucedió como en los demás, es más que probable que la celebración de la Esperanza el 18 de diciembre fuera ya una tradición romana, importada por el cristianismo a su santoral. Los cristianos definen también la Esperanza como una virtud teologal que se corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce al amor. Seas cristiano o no, esta definición mola.

En mi ciudad, Spes-María sigue siendo una diosa independiente y cuenta con templos dedicados a la Esperanza, edificados ahora como iglesias cristianas. Desde pequeño he vivido con pasión el culto a la Esperanza, quizá por esto mi tierra sea un lugar alegre, donde el sol brilla aunque sea invierno y se nos conoce en todas partes por nuestro buen humor.

Sea de una forma u otra, parece muy simbólico el ubicarla previamente al final del año, justo antes de la festividad de Sol Invictus, la Navidad cristiana, la fiesta del Amor y la Esperanza por antonomasia. Es por esto por lo que he elegido el día de hoy para publicar este post, que ya tenía escrito hace días.

Pues no dejéis que os roben la esperanza. Apartáos de los Jeremías y demás profetas del Apocalipsis y del Telediario. Dejadlos solos vomitando sus embusteras predicciones catastrofistas. Que esos malditos e inútiles “expertos” que surgen por todas partes se queden hablando solos. Cambiad de canal en cuanto abran la boca para dar falsas predicciones de todo lo malo que nos espera. Haced de todo para que no os roben vuestra esperanza. Proteged vuestra felicidad y vuestra alegría, pues vuestra alma es vuestra y nadie tiene derecho a entrar con los zapatos llenos de barro. Vosotros sois los dueños de vuestra moral. Sed focos de esperanza a vuestro alrededor.

Todo irá bien. Lo mejor está por venir. La economía mejorará y la pandemia pasará más rápido de lo previsto. Los ingleses nos dan ejemplo siendo los primeros. Ellos saben bien que el primer país en vacunarse será el primero en reactivarse y levantar su economía. Superaremos lo que nos venga, problema tras problema y solución tras solución.

Este año mas que nunca, lucen espléndidos en mi casa el árbol de Navidad y el Belén. Por otras partes brillan más luces y mis imprescindibles espumillones.

Feliz Navidad y próspero 2021.

 

 

 

16 octubre 2020

AFRAID OF TIME

Nadie sabe muy bien qué es el Tiempo. Ni siquiera la física (todavía) es capaz de dar una definición única (y menos sencilla) de lo que es el Tiempo. De él hablan científicos, filósofos, religiosos y dirigentes de empresas y gobiernos. Del Tiempo decimos que es algo relativo, que es un regalo, que se nos hace largo o corto, que admite o no viajar a través de él, e incluso muchos sostienen que es la única riqueza que de verdad merece la pena, ya que no puede comprarse con dinero.

Cada uno de los seres vivientes tiene su Tiempo y hasta podemos medir el Tiempo que tiene el Universo desde su nacimiento, que fue a su vez el origen de todo Tiempo capaz de ser medido.

Algunos opinan que con cada nacimiento comienza la cuenta atrás del Tiempo asignado al recién nacido, en una suerte de tic-tac fatalista, tan del gusto de la visión antropológica de mi tocayo:

Lo que llamáis morir es acabar de morir y lo que llamáis nacer es empezar a morir y lo que llamáis vivir es morir viviendo, y los huesos es lo que de vosotros deja la muerte y lo que le sobra a la sepultura.

Cuente hacia adelante o hacia atrás, lo midamos en segundos o en eones, el Tiempo es lo único que no se detiene, inexorable, paciente, como si tuviera consciencia de su victoria final.

Aunque solamos preocuparnos por el Tiempo, no es propio de nosotros reflexionar sobre él. Vamos corriendo a todas partes, vivimos acelerados, tratando de hacer rápido las cosas, de ahorrar Tiempo para rellenarlo de otras cosas en las que seguir ocupando todo nuestro Tiempo.

Son pocos los que deciden vivir lentamente y disfrutar un poco más de su vida, conscientes de Mateo 6:27:

¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?

23 agosto 2020

GARANTIZAMOS TU SONRISA

 

Corría el año 2007, aún nadie le daba importancia a las noticias que llegaban desde Estados Unidos y Europa y que hablaban de supuestas hipotecas subprime o algo así. Lejanas cosas financieras de la prensa sepia, que a nadie importaban. En España, la ETA seguía matando y la afición ciclista se alegraba de la victoria de Alberto Contador en el Tour de Francia.

Antes de que aquel año llegara a su fin, en la calle Luis Montoto de Sevilla, se abrían las puertas de un pequeño y discreto comercio. Su nombre, Fiestamanía. Su misión, llenar Sevilla de disfraces y artículos de fiesta, ferias y celebraciones. Su lema, garantizamos tu sonrisa.

Fundado por el empresario sevillano Paco Francés Rodríguez, el comercio se distinguió entre las madres que encontraban allí los disfraces para las fiestas de sus hijos, sus cumples, sus comuniones.... Entre los jóvenes que buscaban motivos divertidos y picantes para despedidas de solteras o solteros. Fue el recurso de los colegios para organizar fines de curso o celebraciones navideñas. Era el refugio de los carnavaleros, que se surtían de equipamiento antes de partir hacia Cádiz. Y en Halloween ampliaban los horarios para atender las largas colas de clientes, apurando el tiempo antes de la noche de brujas.

Paco era un empresario hecho a sí mismo. Valiente y arrojado, no se acobardaba ante las dificultades. Atravesó la gran crisis de 2008, aprovechando la oportunidad para mudar su negocio al otro lado de la acera, a la esquina de Luis Montoto con San Benito, donde todos les recordamos. Frio y calmado ante los problemas y trabajador como pocos, Paco incorporó al negocio a sus hijos Sonia, Yolanda y Manuel, además de a dos empleadas que eran como familia, Carmen y Amparo.

El negocio prosperó y una sucursal fue abierta en Triana en 2017. Sevilla reconocía el surtido y cercanía de su servicio, la personalización de fiestas y la amable atención. El pequeño comercio de Sevilla se adornaba con estas tiendas que llenaban de luz y color la Navidad de la ciudad. Las televisiones se personaban allí durante las temporadas de mayor afluencia, entrevistando a las empleadas y clientes.

Por mi parte les debo un agradecimiento adicional. De ellos recibí ayuda y consejo en mi primera etapa de empresario, incluyendo un espacio de almacenaje en sus amplias instalaciones. De no haber sido por ellos, hoy no sería el empresario que soy.

En 2019, la dureza del negocio y el auge de competidores, llevaron a tomar medidas correctoras eliminado superficies, primero con el cierre de la sucursal y después trasladando la tienda principal a un local más modesto, siempre en su barrio de La Calzá

Pero en 2020, la crisis del Covid-19 ha agotado las pocas fuerzas que le quedaban a nuestra pequeña y querida Fiestamanía, que cierra sus puertas para siempre. Uno de tantos comercios que bajaron su persiana un buen día de primavera, para no volver a subirla nunca más. Una riqueza y unos empleos que se pierden, en silencio, sin ruidos ni noticias en la prensa, como caen los grandes que nunca presumieron de nada.

Gracias por estos años de ilusión y fiestas. Todos los que alguna vez sentimos chispas de alegría al entrar en vuestra tienda, nunca os olvidaremos. Para siempre seguiréis garantizando nuestra sonrisa.

06 junio 2020

EL PEOR ECONOMISTA DEL MUNDO




Yo.

Yo soy el peor economista del mundo.

Y hace tiempo que quería confesarlo. No soportaré nunca más la carga de ocultar esta realidad tan palmaria. Invito al Ilustre Colegio de Economistas de Sevilla a expulsar de sus listas de colegiados a esta oveja negra, a este bulto de la ciencia económica que es mi persona, escoria académica y vergüenza de la profesión.

A esta conclusión llegué hace tiempo, aunque poco a poco. 

Aficionado al análisis crítico y objetivo de las cosas, mi seguimiento de la economía nacional siempre pretendió aislarse de condicionamientos políticos y esto, es bien sabido, es muy pernicioso en el buen economista. Hay que abrazar el credo que sea, de ese modo es como se observan bien los hechos económicos y se pueden realizar previsiones certeras. Pretender evaluar la situación económica sin contar con el arsenal ideológico correspondiente es tarea vana. Así me ha ido. Y así me va.

Por otra parte, se sabe que no ayuda al buen economista el batirse el cobre en el mundo de la empresa. Para ser un buen analista económico hay que tener las posaderas bien asentadas en alguna universidad, tener doctorado, escribir libros de la materia y conceder entrevistas. Pero yo, hijo descarriado del gremio, soy un mero licenciado que comencé mi carrera en consultoría y auditoría en el 95, que ocupé puestos directivos en empresas multinacionales, grandes y pequeñas y conozco bastante de banca. Yo solo he trabajado en el sector privado y en el público, y solo he fundado las dos empresas que actualmente dirijo (y que no marchan del todo mal). Apenas cuento con unos cientos de horas como docente en escuelas de negocios y solo he escrito unos cuantos artículos técnicos. Para colmo, cuando escribí un libro, me salió una novela de misterio. Con este calamitoso bagaje he acabado olvidando todo aquello cuanto estudié en una universidad tan poco prestigiosa como la que se atrevió a admitirme y nadie esperaría hoy que mi visión de la economía valiese algo.

Aún así, me gustaba leer las noticias económicas y hacerme una idea, infeliz de mí, de cómo iba el país y cuál podía ser su futuro próximo. Pero constataba que mi visión rara vez coincidía con la publicada en los medios. Cuando yo pensaba que todo marchaba bien, los titulares auguraban penurias y ruinas. Cuando leía o escuchaba que teníamos la mejor economía (o sector bancario) del mundo, yo dudaba de todo, como Descartes. 

Si bajaba la Bolsa, encontraba titulares como batacazo, la Bolsa pierde todo los ganado en el año, los mercados anticipan la recesión… Cuando la Bolsa sube y recupera: silencio o, todo lo más, rebote. Si había que maquillar bajadas: recogida de beneficios. Qué maravilloso e inalcanzable es el mundo de los cronistas bursátiles, tan lejos de mi corto entendimiento.

Y nunca me he librado de este castigo. Mi afición por leer y escuchar diferentes medios de comunicación, gobierne quien gobierne, me ha condenado a sufrir siempre esta paradoja: si no las encontraba en unos, estaban en otros, alternativamente. No había escapatoria. Qué mal iba siempre el país cuando gobernaba el enemigo. Y peor que iría.

Con todo, la realidad siempre ha sido muy tozuda y por algo la economía se considera una ciencia social. Por eso, cuando leí el otro día la entrevista que un diario de máxima difusión realizaba a un catedrático de universidad, ya no pude más. Me tomé la molestia de explorar en la red otras entrevistas realizadas por el mismo medio y al mismo personaje. Y menuda sorpresa. Ay, la hemeroteca, qué necesaria es. El profeta económico, a quién jamás podré aspirar a parecerme, vomitaba similares jeremiadas en el mismo medio y en momentos políticos semejantes. Y, al parecer, las buenas previsiones no iban con él. Al menos si le entrevistaban en años electorales o gobernaba el enemigo número uno del diario en cuestión, de cuyo nombre no me acordaré aquí. Este colega es uno de los monstruos mitológicos a los que hay que desatar en los momentos oportunos para que despliegue su furia en forma de predicciones. 

Me pregunto qué pasaría si los partes meteorológicos funcionaran igual. Que gobierna el enemigo: siempre hará mal tiempo mañana. Que gobiernan mis coleguitas: mañana sol y buen tiempo. ¿Qué ocurriría? ¡Exacto! La gente acabaría dándose cuenta enseguida. Porque el clima es cabezota y no responde a lo que predigan unos meteorólogos interesados.

Pues ni más ni menos con la economía. 

Por cierto, querido amigo economista a sueldo de tú sabes quién, hazte mirar tus dotes de previsor del paro de los EEUU, que lo mismo no pasa de largo el 20% cómo tú dices... Ah, y otra cosa, es falso que la presente situación causada por el Covid19 sea peor que la gran crisis del 2008.  Eso lo veo hasta yo, que ya tengo algo vivido.

Aunque sea el peor economista del mundo.