29 marzo 2013

UN PENSAMIENTO ALEGRE, Y VOLARÁS



Si naciera de nuevo viviría de manera diferente porque que he dedicado más del 80% del tiempo a prepararme para problemas que nunca se presentaron.


Escuchar la radio o ver la televisión en estos días supone la receta directa al hundimiento moral. Especialmente las noticias de tipo económico se empeñan en desmoralizar al personal. La selección de palabras y términos se hace por parte de los medios con cuidado método para transmitir siempre aquello que algo o alguien ha mandado: el pesimismo.

James Matthew Barrie creador de Peter Pan


Las noticias sobre los movimientos de la Bolsa son un claro ejemplo. La Bolsa, como todo mercado, tiene una evolución de subidas y bajadas, que todo experto conoce, siendo este patrón de comportamiento en dientes de sierra el que le otorga esa capacidad de generar pérdidas y ganancias notables a quién tenga el valor o la suerte de apostar por el valor adecuado en cada momento. Uno, que sabe cómo funciona la Bolsa, piensa que si los mercados solo hubieran respondido según las noticias, hacía tiempo que ya estarían en valor cero.

Fíjense, en un entorno de difusión del pesimismo, los medios hablarán de una bajada en la Bolsa como batacazo, desplome, caída libre, crack. Si un día sube: rebote (es decir nada destacable).

Sin embargo, en el extraño caso de que el medio en cuestión quiera transmitir optimismo, se hablará de euforia y confianza en caso de subida. En caso de caída se dirá simplemente, retirada de beneficios.

Por cosas como esta quería escribir este artículo, por si humildemente sirve de algo para sobrevivir en este entorno tan hostil de pesimismo y manipulación.


Ostensiblemente un entretenimiento
vacacional para niños pero en realidad
 Peter Pan es una obra para
personas adultas.
George Bernard Shaw

Cuando en 1904 James Matthew Barrie estrenó su obra de teatro Peter Pan no podía imaginar que lo que en principio seria la secuela teatral de su novela El pequeño pájaro blanco se acabaría convirtiendo en una obra mítica, con unos personajes que le sobrevivirían y cobrarían vida eterna. Barrie pudo ser un novelista y dramaturgo notable pero nunca recibirá la gloria que se mereció por la creación de una obra que encierra mucho más valor y mensaje del que parece.

En la obra original como en la multitud de secuelas que dieron comienzo a manos del propio Barrie, se sostiene que los niños antes de nacer son aves y por ello pueden volar.

¿Qué es volar entonces? ¿En qué consiste alzar el vuelo y surcar el aire hacia dónde queramos? ¿Cómo traducir, cómo descifrar el mensaje oculto entre las líneas de Peter Pan? Humildemente he intentado poner en forma de decálogo las conclusiones que podemos sacar de esta bella obra.

1.    El optimismo es la clave. La forma de ver la vida, de nuestra perspectiva y punto de vista hacia una realidad objetiva. El empeño voluntario por ver siempre la botella medio llena supone el valor de valores, el vaso, el contenedor del resto de virtudes que abrillantarán nuestro carácter, nuestra salud y nuestras relaciones con los demás. Todo, es decir, todo, tiene su lado positivo y negativo, nosotros elegimos con qué nos quedamos.
2.   Atrévete, se valiente, deja atrás las convenciones y las normas sociales establecidas. Es más, desafíalas, rebélate contra ellas y rómpelas pues no las crearon los niños sino adultos llenos de miedos por tantos y tantos fantasmas. Busca tu propio destino pues la vida es la que es y no durará ni un minuto más aunque sacrifiques tus sueños. Si tienes que cortarle la mano al Capitán Garfio, córtasela con fiereza y dásela de comer al cocodrilo.
3.    Vive despreocupadamente. No estés siempre previendo problemas, no te pases la vida previniendo dificultades o poniendo parches. Prepara tu mente para ocuparse de los problemas que vayan surgiendo pero no para anticiparlos en un continuo plan de contingencia o evacuación.  No le des demasiada importancia a las cosas de gran importancia (proverbio oriental).
4.    Evita a las personas víricas, tóxicas, quejosas y pesimistas. Son muy abundantes, permanece alerta.  Drenarán tu energía, para vampirizarte unas veces, otras veces para desgastarte involuntariamente. Si no puedes evitarlas en el corto plazo, al menos identifícalas y envuélvelas en un celofán imaginario para que no te afecten. Cuando te relaciones con ellas, ya sabrás a qué atenerte y tu trato con ellas será mucho más saludable, maduro y positivo (para ellas también).
5.    Aprende a reconocer las fuentes de miseria y pesimismo. Especialmente los medios de comunicación. Selecciona lo que ves, lees o escuchas. Si nada en la radio te anima, escucha música. Si la prensa es la que es, ahórrate el euro del periódico, lee libros que te gusten. Puedes estar informado seleccionando noticias en internet y creando alertas en buscadores para crear tu extracto diario de noticias.
6.    Escucha a tu niño interior, te alertará cuando algo le impida volar. Si algo o alguien no te merece confianza, no te empeñes. Seguramente no esté hecho para ti. Deja pasar las personas o cosas que no te transmitan buenas vibraciones. Vendrán otras. Si algo te gusta persíguelo, te llevará lejos.
7.    Aunque seas consciente de todo esto, no rodees de alambre de espino tu corazón. Prefiere siempre ser traicionado a aislarte, prefiere equivocarte con las personas antes que renunciar a la amistad o al amor. Si alguien te decepciona siempre habrá algo bueno que sacar y somos libres de aprender y apartarnos de quién nos devuelva mal por bien. Apuesta por amar siempre.
8.    No te acomodes, o mejor dicho, acomódate en el cambio. La vida es una sucesión continua de cambios, de mudanzas. Esto no significa que seas un veleta o inconformista enfermizo. Supone tan solo entender que el universo y la vida no está hecha a nuestros gustos o creencias, sino que sigue su propio devenir y cambio perpetuo. Fluye con ella, mírate a ti mismo como parte del ciclo eterno de la naturaleza. Antes de Peter Pan, ninguna niña se llamaba Wendy. Hoy millones de mujeres en el mundo llevan su nombre.
9.   No te lamentes. Ni siquiera cuando fracases o afrontes dificultades. No necesitas transmitir lo mal que te va o lo fatal que te encuentras. Esto no es solo una medida para no convertirse en persona vírica. Es una medida de anular al mayor enemigo que tienes para conseguir tus metas, tú mismo. Recuerda que como dijo Henry Ford “ Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto.". Si consigues dejar de quejarte habrás puesto la primera piedra de tu felicidad.  
10.  No pongas tu confianza en idearios políticos, sociales o religiosos. Moldea tus propias creencias en tu vuelo. Aprende continuamente, desconfía de toda religión o dogma que te enseñaron de pequeño. Pon tu confianza en tus sentidos y en tus experiencias. No creas en nada porque te lo hayan contado. Aprende y ten respeto por las religiones, pero no sigas ninguna. Los mitos o fantasías son solo eso, por más que estén  escritos en libros antiguos, las crean millones o compongan historias preciosas. No puede vivirse siempre en el país de Nunca Jamás. Hay que volar en el mundo real. No necesitas dioses para hacer el bien a los demás.

Y no quiero dejar de recordarles una de mis frases favoritas aunque esté muy comentada y gastada: Como no sabían que era imposible, lo hicieron.

Que tengan buena semana.




Si naciera de nuevo viviría de manera diferente porque que he dedicado más del 80% del tiempo a prepararme para problemas que nunca se presentaron.

Jorge Luis Borges

18 marzo 2013

TU SPA EN EL SALON



El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza



Mis padres me regalaron mi primer acuario cuando yo tenía 14 años. Aquel día de primavera, al volver del instituto San Jerónimo, donde cursaba mi primer curso del antiguo BUP, lo encontré en mi cuarto, sobre una vieja mesa de televisor. Era un acuario de segunda mano que le vendió a mi padre un cliente del comercio donde trabajaba. El aficionado deseaba deshacerse de un viejo acuario de 50 litros por un módico precio. Mi padre lo trajo a casa con gran esfuerzo pues aquellos acuarios antiguos eran de hierro cromado, durísimos y pesados, y mantenía la arena y algo de agua en el fondo, un agua marrón y sucia en la que venían, casi tumbados, dos guramis dorados.

Aquel acuario, mi primer acuario, fascinó mi mente de adolescente. Cuando lo llené de agua, me pasé un día entero mirando a través de aquel viejo cristal. Aquellos dos pececitos color naranja, que parecían respirar aire en pequeños sorbos, estimularon mi curiosidad por conocer más del mundo subacuático. A partir de entonces y durante casi 30 años, he ido progresando en esta maravillosa afición con la obligada compañía de mis modestos presupuestos, tiempo y conocimientos. Este hobby tan apasionante llevó a mis manos con 15 años un libro que aún conservo, El Acuario del belga Henri Favré, publicado en 1968. Esta edición es hoy todo un clásico y el ejemplar original se conserva como sagrada reliquia en mi biblioteca de acuariofilia. Hoy sus amarillentas páginas todavía proclaman su actualidad con párrafos antológicos que han pasado a la historia de esta noble afición:

Aparte de su reconocido valor decorativo, nada hay más sedante para la vida inquieta de nuestros días que la contemplación de esos pequeños seres, ora estáticos y apacibles, ora presa de súbita agitación, que tejen y destejen incansablemente sus ágiles arabescos con la gracia y precisión de una exquisita coreografía acuática.

Nada más cierto. Los valores de tener un acuario en casa, de conservar y cuidar un trozo de naturaleza subacuática en nuestro hogar aún no son del todo valorados por nuestra sociedad:

ü  Nada mejor que un acuario en casa para instruir a nuestros hijos en los valores del cuidado del medio ambiente y el respeto a la vida animal y vegetal.
ü  Está demostrado que la contemplación y cuidados de un acuario reducen el estrés, la tensión arterial y relajan la mente, contribuyendo a la mejora de las defensas y a alcanzar la paz y la armonía interior.
ü Las consultas médicas y de psicología más renombradas, incluyen la Acuarioterapia como herramienta terapéutica contra trastornos de ansiedad, insomnio, depresión y otras patologías musculares o cerebrales. Su efecto positivo en pacientes con Alzheimer está siendo aprovechado en otros países de gran tradición acuarística, como Alemania u Holanda. Su instalación en salas de oncología infantil supone un entretenimiento feliz que ayuda a la recuperación de los niños internados.
ü  El efecto relajante y sedante de los acuarios se aprovecha en países como Estados Unidos o Australia para localizarlos en salas de espera de consultas médicas en las que el paciente suele acudir con nerviosismo o estrés, tales como dentistas o ginecólogos. Se ha comprobado que el o la paciente que tiene la oportunidad de contemplar un acuario entra a la consulta mucho más tranquilo que los que han esperado sin ningún acuario a la vista.
ü  La contemplación y escucha del fluir del agua se ha relacionado desde la antigüedad con la paz y el equilibrio. En este aspecto se tiene constancia del mantenimiento de los primeros acuarios en China en el siglo VIII a.C. y en España se han desenterrado estanques de la época romana situados en los patios de las casas de ciudadanos pudientes. El Feng Shui se apoya en los acuarios para la canalización de las energías positivas en los hogares.


Esta relación no es más que una pequeña reseña de las ventajas que supone iniciarse en esta pequeña gran afición. Y contra ella no se argumentan más que supersticiones tales como la de que los acuarios traen mala suerte. Nunca he tenido claro el origen de tan absurdo mito, aunque rebuscando aquí y allá me inclino por la versión que relaciona su origen con el símbolo de los primeros agitadores cristianos. Estos utilizaban en griego la palabra ichthys que significa pez, y que también es un acrónimo que proviene de las iniciales de ΙΗΣΟΥΣ – ΧΡΙΣΤΟΣ – ΘΕΟΥ – ΥΙΟΣ – ΣΩΤΗΡ, algo así como Jesús Cristo Hijo de Dios y Salvador. La intolerancia, fanatismo y falta de respeto a la libertad religiosa del Estado que mostraban los cristianos y los consiguientes conflictos sociales y sanciones legales contra ellos, pudieron tener que ver con que se generase cierto rechazo a toda imagen del pez. Sin embargo, como todo mito, no puede asegurarse su veracidad de manera científica, quedando todo en el marco de la conjetura histórica y antropológica.

No quiero terminar sin recordarles que en Sevilla, los valientes miembros de la Asociación Acuariófila Sevillana ASAS, de quien tengo el honor de ser miembro, son el exponente activo y real de la afición en la ciudad. Una organización sin ánimo de lucro que viene trabajando desde hace 13 años contra todo tipo de dificultades a favor de la conservación y difusión de este bella afición. Pueden ustedes saber mas en www.acuasevilla.com.

Atrévanse a tener su SPA (Salus per aquam) en el salón. 

Que tengan buena semana.




El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza
Leonardo da Vinci (1452-1519)






11 marzo 2013

EL SECRETO ESTA EN LA ACCION



¡Déjese de teorías y vaya a por ellos!



En varias ocasiones, desde este foro personal he intentado transmitir el valor intrínseco de guiarse por una serie de principios vitales, tanto para la vida personal como para la profesional. Sin embargo, nadie que decida ser tan fiel a sus principios en el seno de su empresa debería desdeñar la posibilidad de que por tan noble determinación acabe dando cualquier día con sus huesos en la calle. Y mi caso fue uno de tantos: una gris mañana de otoño mis principios y yo fuimos invitados a salir por la puerta, eso sí, con la cabeza alta, como Tercio en las ciénagas de Flandes, con pabellón desplegado, mechas encendidas y redoble de tambores. No me arrepiento de  haberme arrimado toreramente a este trance, entre otras cosas, por irredento seguidor de Sun Tzu y su maravilloso mandamiento de Si es seguro que la batalla resultará en victoria, deberás luchar aunque el líder lo prohíba; si la batalla no resultará en victoria, no deberás luchar, aunque lo pida el líder.


Es mejor estar presente con 1.000 que ausente con 10.000
Gengis Khan, caudillo Mongol

Y he aquí, una vez afiliado a la mayor empresa de España, que descubrí que no había hecho demasiados planes de contingencia. O mejor dicho, todos los que había hecho eran el mismo: esperar a encontrar un nuevo empleo. Dedicarme a solicitar aquí y allá los puestos que me parecieran interesantes. Tenía cierta confianza en mí mismo y en lo que por aquel entonces me parecía el plan de acción más lógico para un directivo bien formado y súbitamente desempleado.

Sin embargo, más o menos conscientemente, en aquellos primeros días pecaba gravemente contra el séptimo mandamiento de los Cinco Anillos que manda Comprende lo que no puede verse con los ojos. Y no menos contra el sexto del Camino de la Autoconfianza, que sencillamente prescribe No te lamentes. Así que, paternalmente amonestado desde el más allá por el maestro Musashi, un buen día y de rebote tuve la oportunidad de asistir a una sesión introductoria al coaching ejecutivo.

Y confieso que, mucha cultura, mucho estudio y mucho leer, pero aquel día no habría sabido explicar qué diablos era el coaching. Y como sabiamente dijo Engels, lo que no se sabe explicar, es que no se sabe. Es decir, que ni idea de lo que era el coaching.


Es mejor obrar rápido y errar que esperar
hasta que ya no pueda hacerse nada.
Carl von Clausewitz, militar prusiano

Tras aquella toma de contacto, y por aquello de intentarlo, siguió una sesión en serio. Y tras esta, otras seis que cambiaron mi vida y mi perspectiva.

Descubrí en ellas lo mejor de mí mismo. Adquirí una visión diferente, ampliada y positiva de mi situación y mi entorno. Me doté de unas herramientas que multiplicaron mi potencial profesional y afloraron lo mejor de mis cualidades. En mi interior, ordené multitud de conocimientos y anhelos hasta entonces inconexos, que brillaron al fin como objetivos claros y definidos. Me enfrenté a mis miedos, a mis prejuicios y a mi victimismo, allanando el camino a la aventura y a la acción. Pasé de mi zona de confort a mi zona mágica, donde descubrí el color en mi Pleasantville. Di un sentido a mis sueños de niño. Identifiqué el inicio del camino a la felicidad, la cual estaba esperando tan solo que diera el primero de los pasos de mi viaje de mil leguas.

Me di cuenta de que, aunque el riesgo sin talento es peligroso, el talento sin riesgo es un desperdicio. Desperdicio de tiempo, de dinero y al cabo de la única vida que nos ha sido dada. Merece la pena aprender para aplicar los conocimientos en la vida y el trabajo, pero no hasta el punto de que el conocimiento te bloquee por un exceso de prudencia o de reflexión.  Descubrí que todo estaba escrito, que lo había leído todo hacía tiempo. Pero que no lo había interiorizado, que solo ahora le deba sentido a la máxima del Hagakure que dice En el campo de batalla, cuando se empieza con prudencia, no se acaba nunca. No se rompen las líneas enemigas a base de prudencia. Solo ahora tantos y tantos conocimientos cobraban sentido y encajaban como las teselas de un enorme y dorado mosaico bizantino. Y decidí dar el salto al vacío, hacer aquello de lo que mi hijo se sentirá orgulloso algún día.


¡Movimiento, movimiento, movimiento!
Federico Gravina, marino español

Les animo desde aquí, a que apuesten por el coaching, que es lo mismo que decir que apuesten por sí mismos. Acercarse al coaching es de esa clase de cosas cuya necesidad no percibimos en la vida diaria, pero que, una vez probadas, se nos revelan de tal importancia y valor que desearíamos haberla descubierto antes. Les recomiendo que apuesten por descubrirse a sí mismos, merecerá la pena. Por mi parte yo voy a arriesgarme a salir, como Don Quijote, que sin dar parte a persona alguna de su intención y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza y por la puerta falsa de un corral salió al campo, con grandísimo contento y alborozo de ver con cuanta facilidad había dado principio a su buen deseo.

Que tengan buena semana.

  

¡Déjese de teorías y vaya a por ellos!
Horatio Nelson, Almirante Británico
(Burnham Thorpe 1758 – Trafalgar 1805)


04 marzo 2013

APRENDER A SEPARAR



El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad. 


Se celebró el pasado jueves en mi tierra el Día de Andalucía. Está muy bien que cada comunidad autónoma fije un día del año en el que conmemorar su particularidad especial en el orden histórico y cultural. Aunque en mis viajes por España con motivos de trabajo me han hecho no pocos chistes acerca de que los andaluces hemos logrado acortar aún más el mes más corto del año con nuestra fiesta del 28 de febrero, nunca me he sentido ofendido por los tópicos regionales españoles, que a nosotros siempre nos pintan de haraganes, antes bien ha sido para mí motivo de risas y buenos ratos.
Anécdotas a parte, les confieso que siempre he mirado de reojo este tipo de fiestas regionalistas destinadas a ensalzar porciones territoriales. Pero este año me ha preocupado comprobar cómo desde el sistema educativo oficial se transmite un saturado nacionalismo a las pequeñas mentes de nuestros hijos.
Mi hijo comenzó la semana escolar con deberes, charlas y actividades acerca de Andalucía y personajes andaluces. Parecía que era algún tipo de semana cultural. El martes llegó con una nota dirigida a sus padres. Aquí la reproduzco con fidelidad.
Nota a los padres:
Mañana celebraremos el Día de Andalucía en el Centro. Los alumnos disfrutarán de un Desayuno Andaluz con la colaboración del AMPA, Juegos Populares Andaluces que practicarán en el patio, cantar el Himno de Andalucía, la creación de la bandera de Andalucía con cartulinas verdes y blancas, así como una suelta de globos.
Los padres que quieran asistir, podrán hacerlo a partir de las 12:30 horas.
Si algún padre o madre quiere participar como voluntario, podrá hacerlo personándose en el centro a partir de las 09:30 horas.
Deseándoles un Feliz día 28 de Febrero, reciban un cordial saludo.
LA DIRECCION.
Sin desperdicio la nota eh. Les aclaro que el desayuno andaluz fue pan con aceite y zumo de naranja, no sabia que esto fuera un desayuno andaluz, en fin. No le pregunté mas a mi hijo, solo me importaba qué diablos le habían dado a comer.
Por otra parte el nene traía como deberes para casa escribir una redacción sobre el tema ¿Qué significa para mí ser andaluz? Dios mío, me dije. Aquí ya huele a chamusquina. Y si esto sucede en Andalucía, una región sin especial pretensión diferenciadora y gobernada por un partido político de ámbito nacional, me pregunto con desolación qué estará ocurriendo en otras regiones que viven en la órbita de los nacionalismos. ¿Qué clase de droga en vía venosa les inocularán a su infancia, con o sin el beneplácito de los padres? ¿Cuánto tiempo se lleva dosificando esta medicina, quince, veinte años? A mí me parece sin la menor duda que esto es convertir la escuela pública en la cantera del nacionalismo mas peligroso. Las cosas que se aprenden de niño quedan grabadas a fuego. Sin duda que de aquellos barros estos lodos.
Pero yo no me quedo en la crítica. Quizá la solución no sea solo ser prudente con este tipo de enseñanzas. Como suelo mojarme, propongo además que el sistema educativo público enseñe en cada región lo propio de las demás. ¿Se imaginan que el día de cada comunidad autónoma fuera celebrado no solo en los colegios propios sino en los de las otras comunidades? ¿Se imaginan la conciencia de unidad, diversidad e igualdad que algo así inculcaría en nuestros hijos? Pero claro, para llevar a cabo esto, nuestros políticos tendrían que volver a nacer. Hace falta mucha grandeza, humildad y empatía. Hace falta pensar como Abraham Lincoln (que parece estar de moda) y ordenar tocar Dixie el día de la rendición de la Confederación. Si por mí fuera, en Andalucía se comenzaría con este sistema de celebraciones autonómicas que sería la mejor manera de enseñar a nuestros hijos que hay mundo mas allá de Despeñaperros.
No es cosa de reproducir aquí la redacción que llevó mi hijo finalmente. Pero les aseguro que, quitando el sarcasmo, compartía espíritu con la redacción que les dejo a continuación.
Querida seño, no se por qué me hace usted escribir una redacción sobre una pregunta tan maliciosa. Tan solo soy un niño de 9 años y ya comienzo a ser víctima del sistema de adoctrinamiento oficial del régimen. Se que usted no fabricó esa pregunta, que son instrucciones que le vienen impuestas desde arriba. Se queja usted de que no hay días lectivos para dar tanto temario y encima se ve obligada a hacer un paréntesis en el calendario de clases y dedica dos, tres días, los que hagan falta, a la celebración del Día de Andalucía, con un despliegue de medios que a los niños nos resulta muy divertido porque las mañanas son más entretenidas. Se que la grandísima bandera de Andalucía que ha puesto usted en la clase se la han regalado sus jefes para que nos la aprendamos bien. A mí me gusta que me pinten la cara de verde y blanco porque parece un tatuaje. Todo sería muy simpático si no fuera por lo artificial del asunto y por las razones que les mueven a ustedes a hacernos ameno este día y sus vísperas. La verdad es que el día de la Fiesta Nacional del 12 de octubre no hicieron ustedes ni la cuarta parte de fiestas y jaleo. Y si le nombro el Día de Europa estoy seguro de que ni siquiera usted sabe que es el 9 de mayo, porque ese día pasa en nuestro cole sin pena ni gloria y ningún niño conoce los símbolos de la Unión Europea.
Pero ya que estoy obligado a escribir esta redacción le responderé a su pregunta sobre “Qué significa para mí ser andaluz”. Pues mi respuesta es: No significa nada especial. Sé que estará usted sorprendida, escandalizada quizá. Que mi respuesta será tema del claustro de profesores y que a lo mejor la remite usted a la Consejería de Educación para que tomen medidas. O quizá la esconda avergonzada en el cajón de su mesa, no vaya usted a ser reprendida por la autoridad competente, que la cosa está como para emborronar el expediente, con el frío que hace en la calle.
Pero déjeme explicarme que la redacción no ha hecho más que empezar. La respuesta le parecerá borde, lo sé. Pero más borde es la pregunta, así que estamos en paz. Aunque solo soy un niño, soy capaz de darme cuenta de que esta es de esas preguntas que espera una respuesta concreta. Esperan ustedes la respuesta alineada con la pregunta, respuestas del tipo: me siento orgulloso, me siento feliz, me siento especial,... porque lo que ustedes esperan de todo ello es cincelar mi conciencia identitaria (se dice así ¿no?) y como guinda hacerme sentir que soy diferente y desde luego mejor. Mejor que otros por supuesto, pues el adverbio es de comparación. Lamento que conmigo se lleven un chasco, pero se lo merecen ustedes, por manipuladores de niños.
El problema en Andalucía es nada comparado
con otros sistemas educativos
Yo no me siento especial por ser andaluz. Esto no significa que sea un apátrida o que no me identifique con mi región. Desde luego que sí. La amo y si puedo trabajaré por ella, por su desarrollo y prosperidad. Me duelen los problemas crónicos que la aquejan y me apena ver su desempleo y su crisis. No acuso de sus problemas a otras regiones sino a injusticias económicas y razones que van mas allá de mi mente de niño. Me siento orgulloso de esta tierra tan antigua como la civilización, tan sembrada de Historia y que por un tiempo fue la puerta de un Nuevo Mundo. Respeto y venero sus símbolos, como respeto y venero los símbolos de España y también los de cualquiera de sus regiones. Pero yo no me creo ni diferente ni especial ni mejor que otros por amar la tierra donde vivo, porque también soy capaz de amar otras, porque mi amor no entiende de rayitas en el mapa político. Porque mis amigos nacieron cada uno en una parte y los quiero a todos ellos. Porque muchos vienen de tierras lejanas. Porque ni siquiera son andaluces, ni españoles. Ni sus papis tampoco. Déjense ustedes de hacerme creer diferente. Guarden sus preguntas para otros. Más bien deberían conformar mi conciencia como miembro de la Humanidad y no enseñarme tanto sobre banderas e himnos, que ya tendré tiempo de aprender esas cosas cuando crezca un poco. No acoten ustedes mi universo ni recorten mi horizonte porque mi educación no terminará en Sierra Morena. Mi papi se encargará de comprarme mapas mundi y tengo un globo terráqueo que se enciende de noche en mi habitación. En él descubro mundos lejanos que algún día visitaré, con o sin dinero, a pie o en tren, viajaré y conoceré otros lugares, iguales o mejores. Porque conoceré gentes de otras regiones de otros países, de otras culturas. Y me enamoraré de todas y cada una de ellas porque decidiré verlas con ojos abiertos, curiosos y positivos.
Así que cásqueme usted un cero en esta redacción, por incorrecta y rebelde. Le mando un besito seño.
Que tengan buena semana.




El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad. 
                        Albert Einstein (1879-1955) Físico, pensador y ensayista