09 mayo 2021

APOSTILLAS

 

Se cumple ahora un año de la publicación de El reflejo de la diosa, novela coral en la que historias paralelas, en diferentes momentos del Tiempo, ayudan a revelar los secretos del cristianismo. Digo que se cumple un año desde 2019, porque considero a 2020 un paréntesis en nuestra historia personal, una brecha vacía que dejó nuestras vidas en pausa y que en realidad no cuenta en lo que a plazos y conmemoraciones se refiere.

Es por tanto llegado el Tiempo de unas cuantas reflexiones y consideraciones del autor que, como apostillas (o si lo prefieren, confesiones) al conjunto que forman la obra y su crítica, ayuden a los lectores presentes y futuros a disfrutar de su propia lectura tanto como la de su próxima secuela. En las Notas del Autor que ya constan en El reflejo de la diosa, se adelantaban explicaciones que en aquel momento me parecieron suficientes para ayudar al lector a comprender la obra y a prevenirle frente a su lectura. Pero nada como el transcurso del tiempo y la opinión de los lectores, la mayoría de una cultura envidiable, para justificar las que ahora desgrano aquí.

Entre los elogios, los lectores también opinan que El reflejo de la diosa es un libro complejo y difícil de leer. También sostienen que el mismo título no ayuda al potencial lector a hacerse una idea del argumento. Ni siquiera la sinopsis orienta la curiosidad al estilo de los cánones establecidos.

Es cierto.

En un mundo en el que la literatura ligera supone el 95% de las ventas, El reflejo de la diosa forma parte de ese resistente 5% de libros difíciles de leer. Cariñosamente, fue calificado por un buen amigo como “artefacto literario”, algo que me encantó.  Este término, acuñado por el teórico literario Hayden White, se aplica especialmente al texto histórico que desafía nuestras creencias, del que dice que siempre será la conformidad o no con nuestros intereses, compromisos y temores lo que captará nuestra adhesión a uno u otro relato en conflicto.

Es una obra llena de secretos, algunos bien explicados al final de la lectura, otros apuntados someramente y otros al cabo, sutilmente insinuados, visibles solo para los más exigentes. Esta amalgama de misterios e ideas (solo inconexas en apariencia) puede haber caído en cierto desorden.

Así es. El reflejo de la diosa nació como un ensayo. Ya se explicaba en las Notas del Autor este origen más prosaico de lo que al final fue novela. Confieso ahora que hubo mucho de renuncia a abandonar lo ya creado. Y me complace no ser el único que se encontró con este dilema de haber dado a luz algo exigente. Sigmund Freud excusa así la complejidad de su obra Moisés, su pueblo y la religión monoteísta: Ahora bien, podría consolarme con la reflexión de que las cosas que aquí trato son de todos modos tan nuevas y significativas, salvo hasta qué punto sea correcta mi exposición, que no puede ser una desgracia si el público se ve obligado a leer dos veces lo mismo sobre ellas. Hay cosas que deben decirse más de una vez y que no se pueden decir bastantes veces. Mas demorarse en el tema o volver sobre él mismo debe ser la libre decisión del lector… Por desgracia, la fuerza creadora de un autor no siempre sigue a su voluntad; la obra sale como puede, y con frecuencia se enfrenta al autor como algo independiente y aún ajeno.

Y sin quererlo, como arrastrado por la ola artística imperante, El reflejo de la diosa nació en pleno ascenso del cine difícil de entender. No me refiero a las películas o adaptaciones literarias que pertenecen al género surrealista (Buñuel, Bergman, etc) pues aquí su mayor o menor entendimiento no nacen de su trama o argumento, sino de su propia naturaleza irracional y onírica.

Hago referencia a la nueva ola de cine que lleva al límite la comprensión del espectador, abanderada, a mi juicio, por Chistopher Nolan. Sus historias son casi siempre difíciles de entender y en mi opinión maravillosas. Su asociación con Hans Zimmer ha alumbrado obras maestras como Interestellar, Origen (Inception) y últimamente Tenet. Pero también hay otros ejemplos, como El árbol de la vida (T. Malick) que en su estreno en 2011 vio como parte de la sala se levantaba a la media hora, quejándose de no entender nada. Después fue todo un éxito.

Así que me consuelo pensando que El reflejo de la diosa tendrá un público menos masivo, pero de lectores escogidos. Aquellos que encuentren placer en desafiar su entendimiento y enfrentarse a revelaciones inesperadas.

En cuanto al título, todo fue mucho más curioso. El libro nació sin él, de hecho, su primer registro se hizo como Obra sin nombre. Fue solo al final, compuesto el puzle de capítulos y secciones salidos de la impresora cuando abordé el trabajo de su bautizo. La lista de títulos que alumbré era extensa, y no estaba exenta de opciones clásicas y otras más vanguardistas. Una cosa tuve clara, no quería que el título, ni tampoco la cubierta, de la que hablaré ahora, transparentaran el argumento de la obra. El reflejo de la diosa estaba ahí, entre los demás títulos posibles, pero desde que lo sumé a la lista fue el que más me gustó. La elección final se produjo gracias a mi amado Humberto Eco, que dijo que el título de un libro debe confundir las ideas, no regimentarlas. Los amantes de Eco lo habrán reconocido también en el título de este post. Como primicia dejaré aquí que la secuela aclarará del todo el sentido del título de El reflejo de la diosa.

Por último, contestar algunas preguntas sobre el diseño de cubierta. Aquí tengo que felicitar a la editorial. Al menos en esto sí, para ser justos. Les pedí una foto del Lago de Nemi y me dieron una preciosa, justo en blanco y negro, tal como yo la quería. El de Nemi es un lago de origen volcánico, cuyos alrededores han acogido ritos religiosos inmemoriales de carácter lunar, que fueron mantenidos por los pueblos latinos y también por los romanos. Sobre el lago, los ojos de la diosa, distantes y mágicos, miran fijamente al lector, invitándole a adentrarse en sus misterios. En la contraportada, una foto de Itálica cedida por un buen amigo, igualmente en blanco y negro, en la que los cipreses y el texto componen una V mayúscula, el símbolo femenino por excelencia. La misma V se insinúa en el único color que me permití en la cubierta, el rojo de la sangre fresca que aparece en los sucesos.

La documentación para la secuela está en marcha. Si El reflejo de la diosa me tomó cinco años, incluyendo investigación, redacción y edición, es posible que la segunda parte vea la luz en 2024. Investigar es arduo y toma su tiempo, sobre todo cuando los trabajos que necesitas están siempre publicados en cualquier idioma que no sea el español. Y además debes comprarlos en Francia, Estados Unidos o Israel. Ya tiene título, aunque no lo diré aquí. Lo que sí diré es que no lo lanzará la misma editorial: regañado por varios amigos editores por no haberles dado la oportunidad de publicar El reflejo de la diosa, ahora les debo la opción de acceder con tiempo al nuevo manuscrito y escuchar sus propuestas. ¿El argumento? No puedo decirlo con firmeza aún, porque la investigación siempre me lleva de un punto a otro caprichosamente. Pero sí revelaré que se mantienen algunos personajes, otros se pierden, que igualmente habrá historias paralelas, batallas, acción, amor, sorpresas y, por supuesto, desafíos al entendimiento y a las creencias religiosas.

21 abril 2021

COMO ARENA ENTRE MIS DEDOS

                             

"Ahora estamos aquí para ser los recuerdos de nuestros hijos"

Joseph Cooper

 

Eras tan pequeño y frágil que no sabía cómo cogerte.

Llevaba tiempo queriéndote sin saberlo, sin ponerte cara, sin haber visto tus ojos. Tenía tanto miedo por todas las cosas que podían ir mal, que no era consciente de la felicidad que traías contigo. Quizá no fui consciente nunca. Y quizá ahora, el hecho de escribir estas líneas me ayude a compendiar la dicha que trajiste a mis días.

Hoy es un día especial para ti. Y también lo es para mí. Hago recopilación de algunas imágenes de estos años tan felices que acaban de pasar. Años llenos de meses y de días, tiempo durante el que tú has crecido en tamaño y en conocimiento, para mi felicidad y la de todos los que te rodeamos.

Por ti he sido fuerte en la adversidad. Y no me duraban los momentos de flaqueza, si pensaba en que me necesitabas. Ser padre me ha hecho mejor persona, más sólido y resistente. También trajo a mi vida preocupaciones y desvelos que antes no tenía. Y tal parece que así debe ser según John Rooney, que un día me dijo, “es ley de vida: los hijos están en la Tierra para preocupar a sus padres”. 

Sería esa ley la que me hacía acercarme a tu cama en medio de la noche y comprobar que todo estaba en orden. La misma ley que aún hoy me quita el sueño si no se dónde estás o cuánto tardarás en llegar. Y la misma que hacía saltar de alegría mi corazón al recogerte del cole de primaria y ver tu carita feliz entre la pequeña bulla de niños que aparecían por las puertas. 

Tu niñez se fue, escapando como arena entre mis dedos. Quise retenerla para siempre, pero el Tiempo pasó diferente para los dos. Para ti fueron años. Para mi un instante diminuto.

Ahora eres un jovencito más alto y fuerte que yo. Ya no te ríes tanto, ni puedo jugar contigo, ni te dejas abrazar, ni tocar, ni besar todo el tiempo. Los padres tendemos a extender nuestros mimos, cuidados y supervisiones más allá de la infancia, en una suerte de policía vitalicia de la vida de nuestros hijos. Vano intento: ellos, como antes nosotros, son dueños de su propia vida, para lo bueno y lo malo. Tampoco son clones de nosotros mismos y no compartimos todo lo que nos gusta. Proyectamos en ellos nuestros deseos y creencias, deseando de algún modo que sean copias de nosotros, mucho mejores que nosotros. Queremos que compartan nuestros gustos, opiniones y visión del mundo. Sin embargo, deberíamos saber, o recordar, que esos planteamientos no pasan más allá de las intenciones. Compartimos algunas aficiones, otras no. A mi me gusta el futbol, a ti no tanto.  Y pensaba que me gustaba la tecnología hasta que vi un teléfono móvil llegar a tus manos.

Hoy cumples dieciocho años. No diré aquello de Misión Cumplida, porque la misión de un padre se extiende hasta el día de su muerte. Pero sí puedo decir que, como tu padre, he hecho de ti un hombre, un hombrecito aún, es verdad, pero hombre a fin de cuentas. A partir de ahora se abren para ti nuevas puertas. Unas darán a caminos de dicha y felicidad. Otras te llevarán por los espinosos barrancos del dolor y las dificultades. Pero todas esconden mundos nuevos, territorios inexplorados y universos que descubrir. No tengas miedo. Atrévete a cruzarlas, no te detengas.

Yo te estaré cuidando. En esta vida y en la otra. 

Feliz decimoctavo cumpleaños. Feliz mayoría de edad.

A Javier, mi hijo único, la luz de mis ojos. 

22 de abril de 2021.




 

17 diciembre 2020

DÉMOSLES ESPERANZA

 

Estoy seguro de que casi todos mis lectores habrán visto la película Enemigo a las puertas, dirigida por Jean-Jacques Annaud. La historia transcurre durante el asedio de Stalingrado en 1942-43 y se centra en la figura del soldado Vasili Záitsev, a la postre héroe de la Unión Soviética, y su duelo personal con el mayor König, por parte del ejército alemán.

Como toda novela histórica, basa sus personajes en personas reales, de carne y hueso, que realmente existieron y participaron de un modo u otro en aquel terrible episodio de la Segunda Mundial. Como tales personajes adoptan unas actitudes, cualidades y acciones que no tienen que estar necesariamente conectadas con la realidad histórica. Por ejemplo, según mis amigos historiadores, no está nada claro que el papel de Nikita Khrushchev (interpretado por Bob Hoskins) en aquella batalla fuera tan decisivo y protagonista. Ya lo hemos comentado mucho, el cine es cine, nada más y nada menos, por lo que no insistiré en este post en ello.

Lo importante, lo que más me gustó de la película, la escena que me marcó, y la lección que quiero traer hoy a este blog es la que sigue.

En una habitación improvisada como cuartel general, Khrushchev pide sugerencias al plantel de comisarios políticos. Sugerencias para cambiar el desastroso estado de la moral de los hombres, que está al filo de convertir Stalingrado en una derrota más que añadir a la larga lista de vergüenzas cometidas por el Ejército Rojo en la defensa de su propio suelo. Unos cuantos balbucean las medidas de siempre: dar ejemplo, ejecutar a los que se rindan, Gulag, no, mejor fusilamiento sin piedad a los que retrocedan o muestren flaqueza ante el enemigo…. Es decir, todo lo que ya se estaba haciendo, las medidas acostumbradas de papá Stalin, el carnicero de Georgia.

Pero uno dijo algo diferente. El joven comisario Danilov (Joseph Finnes), desde la segunda fila,  responde un escueto “¡Démosles esperanza!” (Give them hope!, en la versión original).

Cuando Khrushchev le interroga sin palabras, Danilov, nervioso pero empujado por la fuerza que da creer con pasión en una idea, se explica: "Aquí, la única opción que tienen los hombres es elegir entre las balas de los alemanes y las nuestras. Pero hay otro camino: el camino del valor. El camino del amor a la Madre Patria. Debemos publicar nuevamente el periódico del ejército. Debemos contar historias extraordinarias, historias que exalten el sacrificio, la valentía. Debemos hacerles creer en la victoria. Démosles esperanza, orgullo, deseo de luchar. Sí, por supuesto, necesitamos dar ejemplos, pero ejemplos a seguir”.

La razón por la que hoy traigo esta píldora motivacional a mi blog es para tratar de luchar contra el aluvión de pesimismo que nos tratan de inyectar en vena los medios de comunicación. No es asunto nuevo en mi blog, que cuenta con varios artículos que denuncian esta manipulación mediática de la conciencia colectiva y de las individuales. Esta intromisión violenta en nuestra moral, con el objeto de desanimarnos, de abatir nuestro espíritu de lucha, de adormecernos a base de eliminar de nuestra vida toda esperanza.

Y esta pandemia les ha proporcionado munición infinita para acribillarnos desde sus púlpitos y allanar sin permiso nuestra felicidad, entrando como elefante en cristalería, para desmontarnos cualquier atisbo de alegría.

Por todas partes surgen “expertos”, que saben mucho, y nos repiten los mantras de siempre: “lo peor está por venir”, “esto se derrumba”, “agárrense que vienen curvas”….

¿Que empezamos a superar la segunda ola de la pandemia?… ya comienzan a anunciar la tercera. ¿Qué aparecen vacunas contra la enfermedad?... no son seguras, se han producido demasiado deprisa, no son válidas, la gente desconfía de ellas y tardarán muuuuucho en crear inmunidad de grupo. Y así todo… para robarnos nuestra esperanza.

Esperanza según la RAE es Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea

Elpis era la diosa griega de la esperanza, aunque no se le conocen templos. Los romanos la llamaron Spes y la representaban como una joven que portaba una cornucopia y una flor. Ellos sí le edificaron varios templos y fue una deidad importante en el culto de la ciudad. El cristianismo, como habitualmente, difuminó a la diosa Spes asimilándola a la madre de Cristo, de modo que hoy no es más que una advocación de su virgen María. Si con este culto antiguo sucedió como en los demás, es más que probable que la celebración de la Esperanza el 18 de diciembre fuera ya una tradición romana, importada por el cristianismo a su santoral. Los cristianos definen también la Esperanza como una virtud teologal que se corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce al amor. Seas cristiano o no, esta definición mola.

En mi ciudad, Spes-María sigue siendo una diosa independiente y cuenta con templos dedicados a la Esperanza, edificados ahora como iglesias cristianas. Desde pequeño he vivido con pasión el culto a la Esperanza, quizá por esto mi tierra sea un lugar alegre, donde el sol brilla aunque sea invierno y se nos conoce en todas partes por nuestro buen humor.

Sea de una forma u otra, parece muy simbólico el ubicarla previamente al final del año, justo antes de la festividad de Sol Invictus, la Navidad cristiana, la fiesta del Amor y la Esperanza por antonomasia. Es por esto por lo que he elegido el día de hoy para publicar este post, que ya tenía escrito hace días.

Pues no dejéis que os roben la esperanza. Apartáos de los Jeremías y demás profetas del Apocalipsis y del Telediario. Dejadlos solos vomitando sus embusteras predicciones catastrofistas. Que esos malditos e inútiles “expertos” que surgen por todas partes se queden hablando solos. Cambiad de canal en cuanto abran la boca para dar falsas predicciones de todo lo malo que nos espera. Haced de todo para que no os roben vuestra esperanza. Proteged vuestra felicidad y vuestra alegría, pues vuestra alma es vuestra y nadie tiene derecho a entrar con los zapatos llenos de barro. Vosotros sois los dueños de vuestra moral. Sed focos de esperanza a vuestro alrededor.

Todo irá bien. Lo mejor está por venir. La economía mejorará y la pandemia pasará más rápido de lo previsto. Los ingleses nos dan ejemplo siendo los primeros. Ellos saben bien que el primer país en vacunarse será el primero en reactivarse y levantar su economía. Superaremos lo que nos venga, problema tras problema y solución tras solución.

Este año mas que nunca, lucen espléndidos en mi casa el árbol de Navidad y el Belén. Por otras partes brillan más luces y mis imprescindibles espumillones.

Feliz Navidad y próspero 2021.