En el fondo del melancólico y silencioso valle, al pie de
las últimas ondulaciones del Moncayo, que levantaba sus aéreas cumbres
coronadas de nieve y de nubes, medio ocultas entre el follaje oscuro de sus
verdes alamedas y heridas por la última luz del sol poniente, vi las vetustas
murallas y las puntiagudas torres del monasterio, en donde ya instalado en una
celda, y haciendo una vida mitad por mitad literaria y campestre, espera
vuestro compañero y amigo recobrar la salud, si Dios es servido de ello, y ayudaros
á soportar la pesada carga del periódico en cuanto la enfermedad y su natural
propensión á la vagancia se lo permitan.
Gordium, Frigia, 333 a.C. Última hora. Los
macedonios han entrado en la ciudad. Su líder está siendo agasajado por las
autoridades locales, agradecidas por haber respetado su ciudad y sus cuellos. Quizá
después de todo, estos europeos sean mejores gobernantes que los sátrapas
persas, que lo hacían con el látigo y el miedo. La comitiva llega al templo de
Sabazius, donde aún se halla el carro del rey Gordias, que su hijo Midas ató
con un nudo de cornejo. Aunque hace mucho tiempo que murió Midas, nadie desde
entonces ha sido capaz de desatar este nudo legendario, cuyos cabos no parecen
tener ni principio ni fin. El rey de los macedonios está intentando deshacerlo,
sin éxito, como todos los que lo intentan. Pero, un momento… porque,
calmadamente, saca su espada y… señores, acaba de cortar el nudo. Noticia de
alcance: Alejandro III de Macedonia, hijo Filipo, acaba de cortar por las buenas
el legendario nudo gordiano. Y tan campante, continúa su visita, rodeado de sus
generales (que se van riendo), mientras los sacerdotes del templo siguen con
las bocas abiertas, incrédulos ante lo que ha ocurrido. Sin duda, este
Alejandro está cambiando el mundo, nunca nada será igual después de él.
(Tenemos que aclarar que en la
versión de Aristóbulo de la misma leyenda, sencillamente Alejandro Magno
encuentra la forma de desatar el nudo gordiano de forma pacífica. Pero a mí,
perdónenme, me gusta más la solución creativa de Alejandro de cortarlo por las
bravas.)
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La creatividad. Seguramente todos
hemos leído en los artículos difundidos por las redes sociales sobre la
importancia de ser creativo y cómo, para lograrlo, hay que lograr liberar la
mente. Y muchos de nosotros, repanchingados en nuestra zona de confort, no prestamos demasiada atención a esto de la
creatividad. Nos parece cosa de artistas, de músicos, casi de genios. Un don
para elegidos, entre los que no tenemos el honor de contarnos.
Me he propuesto escribir este artículo
por si es de utilidad a quienes se interesen por estimular o descubrir su
creatividad. Porque hubo un tiempo en que olvidé que yo era creativo. Los
guiones de la vida y las convenciones sociales me moldearon de forma que mi
creatividad quedó, primero apartada, después arrinconada y por último olvidada.
Hasta que un día, con ayuda de mi coach, descubrí o, mejor dicho, recordé todo lo creativo que yo era.
Y descubrir aquello fue como reencontrarme con mi niño interior, con quien yo
era verdaderamente, sin los añadidos ni postizos que la vida me fue colgando.
Así que dejaré aquí unas cuantas
ideas propias acerca de la creatividad.
Pero ¿qué es la creatividad? El
diccionario de la RAE resulta bastante parco cuando la define como facultad de crear, capacidad de creación.
Tradicionalmente, los artistas la llamaban genio o inspiración. En la Antigüedad
se atribuía a la intervención divina, la capacidad de crear. Así en la Grecia
antigua, los poetas o músicos (que eran básicamente lo mismo) no lograban dar
pie con bola sin la ayuda de las Musas, divinidades hijas de Zeus, que
concedían la gracia de la composición artística. Pero la creatividad es,
entendida de forma amplia, la capacidad de innovar nuevos productos, procesos,
ideas o soluciones a partir de los recursos presentes. También es la capacidad
de ordenar o transformar los objetos o ideas a nuestra disposición, configurando
conjuntos nuevos a partir de otros diferentes o a partir del caos. Mozart no
inventó las notas ni los instrumentos musicales, pero logró disponerlos en orden
y frecuencia tal, que pudo crear su misa de Requiem,
a mi parecer, la obra maestra de la música universal.
La creación puede moldear a los
materiales oscuros e informes, pero no puede crearlos. Debe reconocerse que la
invención no se funda en crear de la nada, sino del caos.
Mary Shelley 1797-1851
¿Para qué es importante ser creativo o imaginativo?
La respuesta a esta pregunta depende de ti. Hay personas más o menos creativas
e imaginativas por nacimiento. Igual que hay personas más o menos inquietas,
curiosas o inconformistas por naturaleza. Las personas creativas son más
positivas (y viceversa) y buscan soluciones a los problemas de la vida. Suelen ser
personas que tienen una base emocional muy desarrollada y bien gestionada. Está
demostrado que encontramos más atractivos sexualmente a hombres o mujeres que
nos resultan creativos o imaginativos. La felicidad y la creatividad pueden
estar relacionadas pero no siempre. Hay personas que son felices con su
creatividad y personas que son totalmente felices en ausencia de ella. Pero esto
es aplicable a muchas otras variables, como la riqueza, el amor o las
relaciones sociales: la felicidad, como medida de la satisfacción de
necesidades es algo tan variable como difícil de medir. Por mi parte, he
conocido a personas que aborrecían todo tipo de responsabilidad o notoriedad,
sintiéndose más felices cuanto más dirigidos o supervisados estaban. Y me he
cruzado, en la vida y en los libros, con personas permanentemente insatisfechas
con sus numerosos logros. Queda a tu decisión, cómo serás más feliz, pleno y
realizado. Benjamin Franklin dividió a la humanidad en tres clases: los que no
se mueven, los que se mueven y los que mueven. Puedes ser feliz en cualquiera
de los tres grupos. Tú decides.
Cayo Julio Cesar |
Como cuestor le tocó en suerte la Hispania Ulterior. Allí, en su
recorrido por las diversas audiencias de esta provincia para administrar en
ellas justicia por encargo del pretor, llegó a Gades, donde vio junto al templo
de Hércules la estatua de Alejandro Magno, entonces se puso a llorar y, como hastiado
de su inacción, porque, según él, no había realizado aun nada memorable a la
edad en que ya Alejandro había sometido el orbe terrestre, solicitó de
inmediato el relevo, para aprovechar cuanto antes en la Ciudad las ocasiones de
emprender asuntos de mayor envergadura.
Cayo Suetonio Tranquilo, Vidas de Cesares, Libro I, 7
¿Es posible estimular y educar
nuestra creatividad? Desde luego que sí. Sea cual sea nuestra capacidad o propensión
innatas a la creatividad, hay formas de potenciarla. Por supuesto, en primer
lugar, lea. Libros, se entiende. Sea curioso. Sin una ambición por el estudio y por el saber, difícilmente
crearemos nuevas obras, porque careceremos de esos recursos que la creatividad
transforma o reordena. Podemos ser genios innatos como Alejandro, pero también podemos
ser tan creativos como Napoléon, que basó toda su creatividad en el estudio de
los antiguos líderes como César o el mismo Alejandro.
Y sobre todo mande al recreo a su
mente. Esto parece más fácil decirlo que hacerlo. Es lo que solemos llamar “desconectar”,
algo que todos dicen pero que casi nadie hace. Para crear, para permitir que
surjan las ideas hay que estar soberanamente aburrido. Sí, como lo oyen, hay
que holgazanear como un perro. Y no sirven los horarios actuales: la semana
laboral occidental de 40 horas es, sencillamente, enemiga de la creatividad. “Ocho
horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para vivir” dicen los
expertos. El primer fallo es que esta máxima no considera el trabajo como vida.
Si el sueño tampoco lo es, entonces resulta que vivimos un tercio del tiempo
que creemos vivir. Sin embargo, esto tampoco es vida si descontamos los deberes
con la Administración, atender a los hijos, ir de compras, limpiar y el resto
de tareas de la casa, etc. Después de un fin de semana de compras y limpieza
muchos no tienen sensación de haber “desconectado” precisamente. Entonces ¿cuánto vivimos realmente? Para generar
ideas o bien convierte usted su pasión en su trabajo o bien, si no tiene más
remedio que trabajar para otro, reduce ese tiempo lo más posible. Ordene su tiempo
de modo que tenga suficientes horas para no hacer nada (ver la tele no sirve).
Esto supone un esfuerzo consciente de gestión del tiempo y si no se lo toma en
serio, este tiempo de abulia nunca estará disponible. Si planifica irse de
vacaciones y llena su agenda de actividades, volverá tan cansado como se fue. De
paseos junto al mar, practique deportes que le permitan pensar al mismo tiempo
o visite museos. Y quédese solo. La soledad es importante de vez en cuando. Las manualidades son actividades muy recomendables. Practicar la meditación (o la oración si es
usted religioso) estimulará su mente y la predispondrá para generar ideas.
Así que ya sabe, es bien fácil. Sea vago. De vez en cuando.
En el fondo del melancólico y silencioso valle, al pie de
las últimas ondulaciones del Moncayo, que levantaba sus aéreas cumbres
coronadas de nieve y de nubes, medio ocultas entre el follaje oscuro de sus
verdes alamedas y heridas por la última luz del sol poniente, vi las vetustas
murallas y las puntiagudas torres del monasterio, en donde ya instalado en una
celda, y haciendo una vida mitad por mitad literaria y campestre, espera
vuestro compañero y amigo recobrar la salud, si Dios es servido de ello, y ayudaros
á soportar la pesada carga del periódico en cuanto la enfermedad y su natural
propensión á la vagancia se lo permitan.
Gustavo Adolfo Becquer, 1836-1870
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