El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza
Mis padres me regalaron mi primer acuario cuando yo tenía 14 años. Aquel día de primavera, al volver del instituto San Jerónimo, donde cursaba mi primer curso del antiguo BUP, lo encontré en mi cuarto, sobre una vieja mesa de televisor. Era un acuario de segunda mano que le vendió a mi padre un cliente del comercio donde trabajaba. El aficionado deseaba deshacerse de un viejo acuario de 50 litros por un módico precio. Mi padre lo trajo a casa con gran esfuerzo pues aquellos acuarios antiguos eran de hierro cromado, durísimos y pesados, y mantenía la arena y algo de agua en el fondo, un agua marrón y sucia en la que venían, casi tumbados, dos guramis dorados.

Aparte de su reconocido valor decorativo, nada hay más sedante para la vida inquieta de nuestros días que la contemplación de esos pequeños seres, ora estáticos y apacibles, ora presa de súbita agitación, que tejen y destejen incansablemente sus ágiles arabescos con la gracia y precisión de una exquisita coreografía acuática.
Nada más cierto. Los valores de tener un acuario en casa, de conservar y cuidar un trozo de naturaleza subacuática en nuestro hogar aún no son del todo valorados por nuestra sociedad:
ü Nada mejor que un acuario en casa para instruir a nuestros hijos en los valores del cuidado del medio ambiente y el respeto a la vida animal y vegetal.
ü Está demostrado que la contemplación y cuidados de un acuario reducen el estrés, la tensión arterial y relajan la mente, contribuyendo a la mejora de las defensas y a alcanzar la paz y la armonía interior.
ü Las consultas médicas y de psicología más renombradas, incluyen la Acuarioterapia como herramienta terapéutica contra trastornos de ansiedad, insomnio, depresión y otras patologías musculares o cerebrales. Su efecto positivo en pacientes con Alzheimer está siendo aprovechado en otros países de gran tradición acuarística, como Alemania u Holanda. Su instalación en salas de oncología infantil supone un entretenimiento feliz que ayuda a la recuperación de los niños internados.
ü El efecto relajante y sedante de los acuarios se aprovecha en países como Estados Unidos o Australia para localizarlos en salas de espera de consultas médicas en las que el paciente suele acudir con nerviosismo o estrés, tales como dentistas o ginecólogos. Se ha comprobado que el o la paciente que tiene la oportunidad de contemplar un acuario entra a la consulta mucho más tranquilo que los que han esperado sin ningún acuario a la vista.
ü La contemplación y escucha del fluir del agua se ha relacionado desde la antigüedad con la paz y el equilibrio. En este aspecto se tiene constancia del mantenimiento de los primeros acuarios en China en el siglo VIII a.C. y en España se han desenterrado estanques de la época romana situados en los patios de las casas de ciudadanos pudientes. El Feng Shui se apoya en los acuarios para la canalización de las energías positivas en los hogares.

No quiero terminar sin recordarles que en Sevilla, los valientes miembros de la Asociación Acuariófila Sevillana ASAS, de quien tengo el honor de ser miembro, son el exponente activo y real de la afición en la ciudad. Una organización sin ánimo de lucro que viene trabajando desde hace 13 años contra todo tipo de dificultades a favor de la conservación y difusión de este bella afición. Pueden ustedes saber mas en www.acuasevilla.com.
Atrévanse a tener su SPA (Salus per aquam) en el salón.
Que tengan buena semana.
El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza
Leonardo da Vinci (1452-1519)
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