11 marzo 2013

EL SECRETO ESTA EN LA ACCION



¡Déjese de teorías y vaya a por ellos!



En varias ocasiones, desde este foro personal he intentado transmitir el valor intrínseco de guiarse por una serie de principios vitales, tanto para la vida personal como para la profesional. Sin embargo, nadie que decida ser tan fiel a sus principios en el seno de su empresa debería desdeñar la posibilidad de que por tan noble determinación acabe dando cualquier día con sus huesos en la calle. Y mi caso fue uno de tantos: una gris mañana de otoño mis principios y yo fuimos invitados a salir por la puerta, eso sí, con la cabeza alta, como Tercio en las ciénagas de Flandes, con pabellón desplegado, mechas encendidas y redoble de tambores. No me arrepiento de  haberme arrimado toreramente a este trance, entre otras cosas, por irredento seguidor de Sun Tzu y su maravilloso mandamiento de Si es seguro que la batalla resultará en victoria, deberás luchar aunque el líder lo prohíba; si la batalla no resultará en victoria, no deberás luchar, aunque lo pida el líder.


Es mejor estar presente con 1.000 que ausente con 10.000
Gengis Khan, caudillo Mongol

Y he aquí, una vez afiliado a la mayor empresa de España, que descubrí que no había hecho demasiados planes de contingencia. O mejor dicho, todos los que había hecho eran el mismo: esperar a encontrar un nuevo empleo. Dedicarme a solicitar aquí y allá los puestos que me parecieran interesantes. Tenía cierta confianza en mí mismo y en lo que por aquel entonces me parecía el plan de acción más lógico para un directivo bien formado y súbitamente desempleado.

Sin embargo, más o menos conscientemente, en aquellos primeros días pecaba gravemente contra el séptimo mandamiento de los Cinco Anillos que manda Comprende lo que no puede verse con los ojos. Y no menos contra el sexto del Camino de la Autoconfianza, que sencillamente prescribe No te lamentes. Así que, paternalmente amonestado desde el más allá por el maestro Musashi, un buen día y de rebote tuve la oportunidad de asistir a una sesión introductoria al coaching ejecutivo.

Y confieso que, mucha cultura, mucho estudio y mucho leer, pero aquel día no habría sabido explicar qué diablos era el coaching. Y como sabiamente dijo Engels, lo que no se sabe explicar, es que no se sabe. Es decir, que ni idea de lo que era el coaching.


Es mejor obrar rápido y errar que esperar
hasta que ya no pueda hacerse nada.
Carl von Clausewitz, militar prusiano

Tras aquella toma de contacto, y por aquello de intentarlo, siguió una sesión en serio. Y tras esta, otras seis que cambiaron mi vida y mi perspectiva.

Descubrí en ellas lo mejor de mí mismo. Adquirí una visión diferente, ampliada y positiva de mi situación y mi entorno. Me doté de unas herramientas que multiplicaron mi potencial profesional y afloraron lo mejor de mis cualidades. En mi interior, ordené multitud de conocimientos y anhelos hasta entonces inconexos, que brillaron al fin como objetivos claros y definidos. Me enfrenté a mis miedos, a mis prejuicios y a mi victimismo, allanando el camino a la aventura y a la acción. Pasé de mi zona de confort a mi zona mágica, donde descubrí el color en mi Pleasantville. Di un sentido a mis sueños de niño. Identifiqué el inicio del camino a la felicidad, la cual estaba esperando tan solo que diera el primero de los pasos de mi viaje de mil leguas.

Me di cuenta de que, aunque el riesgo sin talento es peligroso, el talento sin riesgo es un desperdicio. Desperdicio de tiempo, de dinero y al cabo de la única vida que nos ha sido dada. Merece la pena aprender para aplicar los conocimientos en la vida y el trabajo, pero no hasta el punto de que el conocimiento te bloquee por un exceso de prudencia o de reflexión.  Descubrí que todo estaba escrito, que lo había leído todo hacía tiempo. Pero que no lo había interiorizado, que solo ahora le deba sentido a la máxima del Hagakure que dice En el campo de batalla, cuando se empieza con prudencia, no se acaba nunca. No se rompen las líneas enemigas a base de prudencia. Solo ahora tantos y tantos conocimientos cobraban sentido y encajaban como las teselas de un enorme y dorado mosaico bizantino. Y decidí dar el salto al vacío, hacer aquello de lo que mi hijo se sentirá orgulloso algún día.


¡Movimiento, movimiento, movimiento!
Federico Gravina, marino español

Les animo desde aquí, a que apuesten por el coaching, que es lo mismo que decir que apuesten por sí mismos. Acercarse al coaching es de esa clase de cosas cuya necesidad no percibimos en la vida diaria, pero que, una vez probadas, se nos revelan de tal importancia y valor que desearíamos haberla descubierto antes. Les recomiendo que apuesten por descubrirse a sí mismos, merecerá la pena. Por mi parte yo voy a arriesgarme a salir, como Don Quijote, que sin dar parte a persona alguna de su intención y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza y por la puerta falsa de un corral salió al campo, con grandísimo contento y alborozo de ver con cuanta facilidad había dado principio a su buen deseo.

Que tengan buena semana.

  

¡Déjese de teorías y vaya a por ellos!
Horatio Nelson, Almirante Británico
(Burnham Thorpe 1758 – Trafalgar 1805)


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