05 noviembre 2012

EL DIRECTIVO DEL RENACIMIENTO. HACIA UNA FORMACIÓN POLÍMATA


Con tu espíritu abierto y libre de restricciones, observa las cosas desde un punto de vista elevado. Has de cultivar tu sabiduría y tu espíritu. Perfecciona tu sabiduría: aprende sobre la justicia, distingue entre el bien y el mal, estudia los caminos de las diferentes artes.  


A lo largo de su vida profesional y personal, el directivo experimenta multitud de situaciones que le deberían aportar conocimientos y vivencias que añadir a su bagaje intelectual. Su necesaria afición a la lectura debería enfocarse en literatura, filosofía, Historia y ensayo. Como una esponja, debería absorber datos y experiencias que deberían agregarse a su haber profesional y aportarle ese valor añadido que solemos llamar veteranía. Por mi parte, como el fotógrafo que no sale de casa sin su cámara, he vivido siempre en la conciencia de aprender continuamente de cada situación y con un hambre de conocimiento constante que he satisfecho por mis propios medios.

Sin embargo, no es este el camino que sigue la corriente de la práctica vigente. En mi vida laboral he ido comprobando, cómo lo habitual en cuanto a los criterios de selección y promoción en las grandes empresas deja mucho que desear. A ello se unen vicios y carencias en el sector de la formación directiva, que al cabo arroja un panorama bastante descorazonador. Pero vayamos por partes y al grano para no aburrir al considerado lector.

En primer lugar, diremos que el nivel cultural del directivo actual en las organizaciones, sean estas grandes, pequeñas o multinacionales es bastante pobre. En ocasiones, me he cruzado con directivos ante los que descubrirme debido a su notable competencia y a un admirable nivel profesional y humano. Pero con demasiada frecuencia me ha ocurrido lo contrario. Por todos los dioses, ¡qué cantidad de tontos he ido encontrando por el camino! Cuántas y cuántas veces me he preguntado al acabar una reunión ¿pero cómo es posible que un tipo así sea Director de nada? ¿pero quién a puesto aquí a un personaje así? Opiniones pulsadas en otros observadores han confirmado mis percepciones a cerca del sujeto en cuestión.

Pero esto ¿por qué sucede? La experiencia me llevó a la reflexión, en mi incesante inconformismo. Analíticamente he podido compendiar algunas causas, algunas descritas por la literatura técnica y otras más sutiles y negadas en la teoría vigente.

ü      El principio de Peter: las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia. En su libro Laurence J. Peter dice literalmente la nata sube hasta cortarse. Peter es poco original ya que Ortega y Gasset ya había ensayado sobre esto en 1910 a propósito del funcionario: Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes.

ü      El principio de Dilbert: las empresas promocionan a sus empleados menos competentes a cargos directivos para limitar así la cantidad de daño que son capaces de provocar. Nos puede parecer divertido pero en ocasiones ocurre.

ü      El principio Dunning-Kruger: las personas con escaso conocimiento tienden sistemáticamente a pensar que saben mucho más de lo que saben y a considerarse más inteligentes que otras personas más preparadas, debido a que su propia incompetencia les dificulta reconocer sus errores y evaluar la competencia de los demás. O lo que es lo mismo, una vez alcanzado un puesto de responsabilidad por un incompetente, la incompetencia se contagia en cadena hacia abajo.

ü      Como efectos observados por un servidor encontramos:

·        El valor del peloteo. Visto y comprobado. El peloteo, la relación personal, la amistad intima y otros criterios extra-profesionales son los parámetros que mas a mano tiene el directivo incompetente para promocionar a sus subordinados y a sí mismo. Se anula esto en casos de selección externa por medio de un consultor especializado. Pero este efecto está muy extendido, aunque hace falta pertenecer a la organización o conocerla desde fuera durante años para percibirlo, pues estos movimientos suelen ser lentos.

·        El ideario oficial. Por supuesto, por muy anticonstitucional que sea. Las ideas políticas, religiosas y sociales son muy tenidas en cuenta a la hora de ganar puntos en una promoción. Muchas grandes corporaciones mantienen un férreo ideario no escrito y abrazarlo ciegamente abre al directivo incompetente el camino de la promoción.  Aquello del valor de la crítica y de los diferentes puntos de vista está muy bien para las clases de Master pero no para la vida en estas organizaciones.

·        La integridad a la papelera. También con más frecuencia de la deseada la alta dirección evita colocar al directivo íntegro en un puesto sensible. Aquel directivo que anteponga su integridad y su ética a su sueldo se verá irremediablemente adelantado por otros que estén más dispuestos a taparse la nariz y tragar sapos, por incompetentes que sean. Igual que antes, la integridad se queda de puertas adentro de la escuela de negocios


LAS LAGUNAS DE LA FORMACIÓN. HACIA UNA FORMACION POLIMATA.

Pero hay miles de organizaciones que evitan estos vicios. En muchas empresas que he conocido no se daban los efectos descritos anteriormente o los habían erradicado o reducido a base de dedicación y, sin embargo, el nivel de sus directivos seguía siendo más que mediocre. En muchos casos los directivos habían cursado MBA o similares, pero seguían pareciéndome de una competencia profesional bastante mejorable. ¿Por qué?

Creo que al directivo actual le falta cultura, le falta sabiduría. La formación que el directivo puede contratar en una escuela de negocios tiene unas carencias de contenido que impiden al titulado conseguir dos objetivos fundamentales: expandirse y diferenciarse. En la actualidad, si el directivo no se ocupa por su cuenta de adquirir estos conocimientos, no encontrará oportunidad de cursarlos en ninguna institución académica. Por mi parte no he descansado en adquirir todo ese bagaje cultural que he podido. Y ha sido esta capacidad de conocimiento en multitud de campos, ha sido ese interés por las diferentes ramas del saber, lo que me ha proporcionado en mi carrera un aura de diferenciación y una mayor capacidad de discernimiento en mi vida profesional. No puedo hacer otra cosa que recomendar aquello que me ha proporcionado a mi mismo no pocas satisfacciones y éxitos.

Propongo un modelo de directivo polímata (palabra griega que significa que conoce o sabe de muchos campos). Propongo un directivo con formación 360º real, un profesional que huya del mito de la especialización, que evite el menú del día en cuanto a formación. Propongo que esta crisis económica alumbre a una nueva generación de Directivos del Renacimiento.

Sin duda en las horas oscuras que estamos viviendo, necesitamos recuperar el espíritu renacentista, desempolvar los consejos contenidos en tantas obras antiguas, sacudirnos prejuicios y trabas y levantar la cabeza a un nuevo tiempo en el que el Directivo se gane sus galones, no tanto por la prensa sepia que devore sino por convertirse en Homo Universalis. En el Renacimiento, el hombre tomó conciencia de su capacidad ilimitada para desarrollarse en todos los campos del saber. Hoy nos admiran los hombres del Renacimiento que nos parecen extraterrestres, Leonardo, Miguel Ángel, Erasmo,... Pero hombres así han existido siempre y los tenemos mas cercanos y menos ostentosos, Jefferson, Asimov, Rommel, Franklin, Musashi,… He podido comprobar que la mayoría de personas que han destacado en el mundo de la política, las artes, la ciencia, el ejército o la empresa, eran personas que no se conformaron con conocer su oficio en profundidad sino que incorporaron por su cuenta todo el saber  que pudieron y esto les otorgó una competencia profesional inédita en su tiempo. Cada directivo que me ha parecido competente compartía más o menos esta capacidad cultural adquirida a base de la lectura particular y el hambre de conocimiento.

Hoy por hoy, la formación a disposición del joven directivo lleva el camino de ofrecer un producto muy indiferenciado. Todos sabemos que, de no cambiar la cosa, tener MBA será un campo lógico en el currículum: solo admitirá SI/NO. Todo lo más, se diferenciará por el prestigio de la escuela de negocios en proporción directa a los euros pagados por el curso. Para el ejecutivo experimentado prácticamente solo le aportará un sellito de calidad. Créame amigo lector, tiene usted que formarse y diferenciarse por sí mismo. Y convénzase de que en la vida hay tiempo para todo. Convénzase de que los altos directivos de empresa del siglo XXI deberían ser los depositarios de la erudición y la sabiduría, la cual falsamente hemos creído patrimonio de catedráticos de barba cana que leen junto a su chimenea en zapatillas. Que un ejecutivo sabio, tiene a su disposición un arsenal inconsciente de recursos que aplicará mecánicamente en sus decisiones. Sentiremos el empujón de la sabiduría en nuestro desempeño como directivos, desde el ejemplo de un personaje histórico hasta el recuerdo anecdótico más sutil.



Con tu espíritu abierto y libre de restricciones, observa las cosas desde un punto de vista elevado. Has de cultivar tu sabiduría y tu espíritu. Perfecciona tu sabiduría: aprende sobre la justicia, distingue entre el bien y el mal, estudia los caminos de las diferentes artes.
(Miyamoto Musashi 宮本 武蔵)


1 comentario:

  1. Querido Francisco, para aquellos que lo desconozcan, doy fe de tu altísimo nivel cultural que nunca se sacia gracias a una de tus pasiones: el verdadero conocimiento de nuestra historia, de nuestro pasado, como fuente que sacia tu sed de conocimientos.
    No puedo más que dejar una cita con motivo de tu acertada reflexión sobre nuestros directivos actuales:

    La curiosidad intelectual es la negación de todos los dogmas y la fuerza motriz del libre examen.

    José Ingenieros (1877-1925)

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