27 agosto 2016

MINUTOS DE ORO. UNA TARDE EN LA CRUZ ALTA



Para aquellos que conozcan a mi padre no les sorprenderá si les digo que su pasión es el fútbol. Paco ve cualquier partido por la televisión, aunque sea de tercera, o extranjero, se interesa por la prensa en tanto que hable de fútbol y se para a mirar cualquier partido improvisado por la chavalería en medio de la calle. Su memoria nunca ha sido muy buena y en ella hacen daño los lógicos achaques de la edad, sin embargo, mantiene la asombrosa capacidad de memorizar nombres y fechas de modo increíble, siempre que tengan relación con el fútbol.

Pero, por encima de todo, es el Betis lo que llena su vida. En la actualidad, Paco es el socio número 14 del Real Betis Balompié. Fernando, su padre, era seguidor del Sevilla F.C., pero nunca se aficionó tanto al fútbol como a los toros. En la tauromaquia  era donde tenía mi abuelo su pasión. Quizá por eso, en la afición del pequeño Paquito, pesó más la influencia de su tío Juan, bético a rabiar, a la sazón miembro de la Junta Directiva del Real Betis cuando llegó el momento. Ayudaría también que comenzó a trabajar a los 9 años en el comercio de este tío suyo, conocido como Nieto por todos. Alrededor de 1949 en la tienda de tejidos de la calle Burro, Paquito comenzó a aficionarse al Betis, para no abandonarlo ya nunca más. Allí vivió su Betis con su cuñado José Antonio y su primo Luis. Jose Antonio fue un hermano para él y compañero de viajes béticos por toda España. José Antonio, de tan bético, era inusual. Su número de socio era aún más bajo que el de Paco y en todo lo que hacía tenía presente al Betis, como el mantra de su vida. Infelizmente, mi querido padrino José Antonio nos dejó en 2014, luciendo el número 15 en la nómina de los más béticos.

Retomando el hilo, por el Betis, Paco vivió muchas aventuras y anécdotas, las más de las veces relacionadas con el eterno rival, el Sevilla F.C. Su “anti-sevillismo” es muy evidente para aquel que le conozca un poco. Es, en palabras suyas, “superior a sus fuerzas”. Hasta donde yo recuerdo, nunca pudo ver al Sevilla. Ni en pintura. Desea que pierda el Sevilla hasta en los entrenamientos y brinda cuando lo golean. Es capaz de contar mil episodios que justifican esa histórica alergia al eterno rival, muy sevillana (muy española diría yo). Entre ellos, aquella tarde en la que su primo Luis y él mismo, rodaron grada abajo del Sanchez Pizjuán, mientras huían de la manta de golpes que les llovían por todas partes, en un partido del Trofeo Ciudad de Sevilla que enfrentaba al Betis con el Peñarol de Montevideo, donde los sevillistas presentes animaban al equipo americano. Aquel día juró no volver a pisar el campo del Sevilla. Y lo cumplió.

Puesto ya usted, amable lector, en situación, pasaré ahora a relatarle la anécdota que me contó Paco, en los minutos de oro de los que uno disfruta con su padre, con menor frecuencia de la recomendable. Quedará usted tan sorprendido como quedé yo, que soy su hijo, cuando la escuché.

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Así que volemos imaginariamente hasta el 12 de diciembre de 1965. El mundo está en plena Guerra Fría, los Estados Unidos recién han intervenido en un pequeño país llamado Vietnam y la Unión Soviética ha logrado que uno de sus cosmonautas de un paseo espacial. Este año ha fallecido Winston Churchill y Charles De Gaulle ha sido reelegido Presidente de la República Francesa. 

Josep Seguer i Sans
Pero allí, en Sabadell, en el campo de la Cruz Alta, toda la emoción está concentrada en un partido de fútbol. Se trata de la jornada decimotercera del Campeonato de Liga de Primera División, que incluye el partido que Paco ha venido a ver y que enfrenta al Centro de Deportes Sabadell y al Sevilla F.C. Paco no está solo, de hecho le acompaña su tío y patrón, Nieto, que está en Sabadell  para comprar tejidos para su negocio de Sevilla. Les acompaña también Seguer, por entonces amigo de Nieto, accionista de cervezas San Miguel y entrenador del Lérida. Josep Seguer i Sans, ya retirado, es leyenda futbolística del F.C. Barcelona, internacional con España y ha sido entrenador del Real Betis hacía unos años, de ahí la amistad con Nieto, que ha pagado esta tarde las tres entradas para disfrutar del partido. 

El día es frío en la que ya llaman Vieja Cruz Alta, pronto estrenarán la Nueva Cruz Alta, un estadio modernísimo, digno de un Sabadell próspero y de un equipo recién ascendido a Primera. Pero son las 4, hace buena tarde, aquí arriba en la Cruz Alta, donde Nieto, Seguer y Paco se sientan en localidades de tribuna baja, justo antes de que los equipos salten al césped.
-      A ver si le meten siete al Sevilla  - dice Nieto mientras enciende un puro. Bajo el ala de su sombrero brilla una amarillenta sonrisa.

Seguer sonríe pues sus simpatías tampoco están con el Sevilla, la tarde va a ser entretenida, espera que los tres canten los goles del Sabadell, con la grada entera. La afición entona cánticos por encima de ellos y las banderas arlequinadas ondean por todas partes.

Sale el Sabadell al terreno de juego, con la siguiente alineación: Martínez, Isidro, Arqué, Sertucha, Vidal II, Vall, Izaola, Morollón, Sabino, Noya y Martí. Les entrena Pasieguito, mito viviente del Valencia C.F.

Paco se levanta a aplaudir, como todo el campo. Aplaude a rabiar, como si fuera al Betis. Tienen que ganarle al Sevilla. Está cabreado porque el Betis marcha ya de farolillo rojo esta temporada, con un juego que no presagia nada bueno. Sus ganas de que el Sabadell golee hoy al eterno rival son mayores que nunca.

Por fin, sale el Sevilla al campo, con estos titulares: Molina, Rebellón, Costas, Eloy, Lax, Oliveros, Achúcarro, Manolo Cardo, Diéguez, Cabral y Pintado. Dirige al Sevilla desde el banquillo Eizaguirre. La pitada es monumental, los abucheos y los gritos lo llenan todo. Nieto y Seguer están calmadamente sentados, pero Paco sigue en pie y hace bocina con las manos para gritar los improperios de rigor al equipo visitante, para luego sentarse tras un acomodador tironcito de las perneras del pantalón de su traje. 

Comienza el partido y pronto el Sevilla se hace con el dominio del balón. Los nervios del recién ascendido pasan factura ante un visitante veterano. Y entonces, con un griterío menos intenso, es cuando comienzan a escucharse los insultos de un grupito de aficionados justo detrás de Paco. 

-          ¡¡ Andaluces, flojoooos, perroooooos !!

Ya salieron los tópicos regionales. Paco mira hacia atrás, con media sonrisa todavía. Parece que algunos están algo cargaditos de anís. Tienen pinta de brutos. Cosas que se dicen en el futbol, que saca lo peor de cada uno. Pelillos a la mar. Son solo un grupito. Impresentables hay en todas partes.

Las jugadas se suceden y parece que el Sevilla domina el partido, lo cual no es para nada del agrado de la afición catalana. Los ultras sentados algo mas arriba de Paco, entonan cánticos.
-          ¡¡ Lavarse sevillanoooos, cerdooooos, que oléis a cerraoooo !!
A pesar de que la afición del Sabadell anima con respeto y deportividad, el grupito de marras sigue en su línea. Paco se vuelve de nuevo, ya sin reírse en absoluto. No sabía bien por qué, pero aquellos se estaban pasando un poco.
-       ¡¡Niño!!, que es el Sevilla, qué más te da… deja de mirar para atrás. – Nieto le acaba de regañar. El viejo no quiere problemas allí en campo extraño, por eso avisa a su impetuoso sobrino. Relax, como diríamos hoy día. Seguer se ríe, para suavizar la cosa.

Estadio de la Vieja Cruz Alta
La situación del partido cambia drásticamente cuando marca el Sevilla. 0-1,  gol de Cabral en el minuto 25. Por un momento el campo calla, por el jarro de agua fría que supone que te marquen en tu casa. Pero pronto los saltos y los abrazos de los jugadores sevillistas son respondidos con la mayor de las pitadas.

Pitadas a las que el grupito de atrás añade insultos, que prosiguen una vez reanudado el juego. Los ultras de la grada alta, que estaban tirando de tópicos, enrabietados por el gol, vuelven a la carga vomitando insultos al equipo andaluz:
-      Cabroneeeees…. que no trabajáis hijos de putaaaaaa, iros a Sevilla con vuestros muertos, a dormir la siestaaaaa- grita uno de cara enrojecida.

-       ¡¡ Andaluceeeees, guarroooos, apestosooooooos ¡¡ - canta otro con bandera al hombro.

Se estaban pasando. La pierna derecha de Paco se mueve nerviosamente y sigue mirando hacia atrás, con mas disimulo pero con mas mala uva. El Sevilla sigue jugando bien aunque ahora es el Sabadell el que arrecia en su ataque, tanto como arrecian esos aficionados en los suyos.
-          ¡¡¡ Sevillanos marranos, que estáis todo el día de fiestaaaaa!!!

-          Estos “na” mas quieren feria y juerga, borrachooooos…

Paco está realmente cabreado.

Es en el minuto 42 cuando, al filo del descanso, el Sevilla enhebra un contragolpe, pim, pam, pim, pam, gol. Gol del Sevilla. 0-2, marcó Oliveros. Y ocurre lo imprevisible, la excepción que confirma la regla, lo nunca visto, lo impensable. Ocurre que Paco, que todavía es Paquito y se deja llevar, grita "Gol", se levanta de un salto, se da la vuelta hacia la grada alta y comienza a hacerles cortes de manga a los aficionados que tanto insultaban. Uno, dos, tres, cuatro, cinco…. cortes de manga, todos seguidos, uno detrás de otro, con fuerza, como el que quiere que lleguen volando bien lejos, hasta la boca del enemigo.

-          ¡¡Tomarse por culo!! – grita Paco, aliñando el gesto.

Nadie en la grada reacciona, el mazazo del gol visitante unido a la incredulidad del descarado gesto de aquel desconocido aficionado, deja sin aliento a todos momentáneamente. Nieto, se ha levantado, pero solo para tratar de devolver a Paco a su asiento.

-          ¿Qué haces niño? ¿Estás loco?...

Entonces llega la reacción en forma de gritos, puños cerrados, pasos hacia abajo y amenazas. Se va a liar parda. Solo entonces se levanta Seguer que, girado ante los enfurecidos aficionados pide calma con los brazos abiertos.

-          Es Seguer… Seguer… - murmuran voces aquí y allá, algunos le aplauden al reconocerle.

El veterano futbolista hace gestos mudos, como indicando que pelillos a la mar, que no se lo tengan en cuenta, que aquel pobre chaval no sabe muy bien lo que hace. Ciertamente, solo la leyenda de Seguer impide que bajen unos cuantos a darle su merecido a aquel andaluz insolente.

El pitido de Segrelles del Pilar, árbitro del encuentro, anunciando el final del primer tiempo, es el complemento necesario para rebajar esta tensión. Toca moverse a buscar un café y a fumar tranquilos, lejos de aquellos energúmenos amenazantes. Nieto le regañó de nuevo, pero no demasiado...

Y aquella fue la anécdota de un Paco reaccionando con júbilo tras un gol del Sevilla, F.C., algo que yo creía que era cosa imposible, pero que realmente sucedió, bastante antes de que yo naciera. Nunca tuve conocimiento de ella hasta hace bien poco, en que la conversación surgió de pasada, al hilo de otros temas mas profundos, durante unos minutos de oro. 
Real Betis Balompié en 1965

Aquella tarde, ayudó a calmar los ánimos que el Sabadell acabara empatando justamente un partido, que el Sevilla entregó en la segunda parte. 2-2 en la Vella Creu Alta, aquella jornada, con goles de Vidal y Sabino por parte del club arlequinado. Desde aquí toda mi simpatía y cariño al Centre d'Esports Sabadell Futbol Club y su afición.


Aquel domingo, el Betis le ganó al Elche 2-1. A la postre, aquel año acabaría descendiendo a segunda división, donde, por cierto, saludaría al Sevilla dos años después, por el descenso del eterno rival.
Este mismo día en el Benito Villamarín, Betis 2-Elche 1
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Personalmente, al próximo que me diga que los andaluces estamos todo el día de fiesta, le tiro el cubata a la cara.



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