08 octubre 2012

¿MOROSIDAD EN LA BANCA? DESDE LUEGO


Apuntes de un samurai sobre la Gran Ineficiencia bancaria.  

Por Francisco Javier Rivero Moreno
Economista


Los medios de comunicación han tenido a bien destaparnos en cierta medida la ciertamente oscura trastienda de las entidades financieras y los manejos que determinados político-financieros han venido presuntamente tejiendo para mayor engorde de sus bolsillos y ruina  del resto de ciudadanos. En mi humilde opinión, no obstante y por desgracia, no es este despojo de corrupción y amiguismo la única enfermedad del sistema financiero español actual. No son las cifras presuntamente estafadas de magnitud suficientes para justificar las quiebras, los rescates ni los aparentemente interminables deterioros de las cuentas de resultados. No son todos los directivos del sistema financiero candidatos a sentarse en el banquillo del juzgado. Ni todas las entidades han contado con tunantes en sus puestos de mando. Hay mas razones de tipo interno detrás de las pérdidas generalizadas, mas causas para esta espiral de malos resultados y tensiones de liquidez. Hay muchas ineficiencias en los sistemas y procesos con los que la banca ha manejado la situación que desde el negocio inmobiliario se ha extendido con virulencia a todas las áreas de la organización. Hay una Gran Ineficiencia.

Parecería lógico imaginar que, identificadas las debilidades de un sistema cuyo cambio profundo es del todo incuestionable a corto plazo, los administradores y los agentes operantes de tal sistema se implicasen en la eliminación o al menos compensación de esas debilidades de cara a obtener gradualmente un sistema mejor y más eficiente. Parecería lógico además, tal y como recomienda la escuela Covey de pensamiento altamente efectivo,  ocuparse de tal tarea en los momentos en los que las mismas son solo importantes, sin esperar a que se tornen importantes y urgentes. En último extremo, en un hipotético escenario en el que nadie se haya ocupado de nada cuando aún había tiempo, parecería igualmente de cajón imaginar que dichos administradores y miembros del sistema se pondrían manos a la obra para recuperar el tiempo perdido y pasar lo mas rápidamente posible a lo que podríamos llamar efficiency mode.

Uno ya podría tener más problemas en recrear en su mente una situación en la que nadie reaccionara ni siquiera en una situación límite en la que las cuentas de resultados de los agentes estuvieran sufriendo notablemente las consecuencias de la completa abulia intelectual. Y sin embargo, ¡oh calamidad!, este es, ni más ni menos, el escenario en el que nos estamos desenvolviendo…

Pero empecemos por el principio. Porque si lo que han leído hasta ahora les parece management fiction, siento decirles que muy a nuestro pesar es lo que está realmente ocurriendo en nuestro en sistema financiero. Las entidades financieras, que deberían estar jugando un papel protagonista en la recuperación económica, están no obstante agudizando los efectos de la crisis general. La llave de la salida de la crisis está en manos de alguien que no está gobernando con eficiencia sus recursos ni alcanzando sus objetivos. Mientras sus responsables se preguntan con desolación por qué les sigue aumentando la morosidad, por qué cada día se cargan con más y más inmuebles, con un valor que se deteriora cada vez que se mide y por qué se hallan inmersos en una vorágine de caída de resultados que parece no tener fondo.

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Agradezco la benevolencia de usted, querido lector, para el caso en que se haya tomado la molestia de continuar leyendo hasta aquí. Como usted bien sabe, el papel fundamental del intermediario financiero  en una economía libre (ay Dios…) es el de captar el excedente de los ahorradores y canalizarlo hacia los prestatarios públicos o privados. Este papel es esencial en nuestra economía, la cual no podría entenderse sin el engranaje que viene a constituir el sector financiero como impulsor de la circulación monetaria que dinamiza y hace posible el circuito de ahorro e inversión sobre el que se cimenta la economía productiva o real (palabra que suele contraponerse a financiera aunque su literal antónimo ficticia muchos considerarían mas adecuado). En décadas de desarrollo económico y tecnológico, el sector financiero ha alcanzado unas altas cotas de eficiencia en su especialidad… ¿O quizá no tanto?
Está bien claro a estas alturas de la crisis que la pretendida solvencia, eficiencia y fortaleza del sistema financiero español no estaban a la altura de las soflamas que se administraban en la época anterior. Incluso en los albores de la crisis, aún se inyectaban dosis de estos mensajes en vena mediática, desviando la atención contra los gigantes inmobiliarios que empezaban a desmoronarse con estrépito por aquel entonces. Pero no es el propósito del presente artículo desvelar lo evidente, esto es, que el concepto y tratamiento del riesgo bancario que ha manejado tradicionalmente el sector financiero tenía (y tiene) tal ceguera intrínseca y tanta limitación conceptual que cuando se ha materializado dicho riesgo, la catástrofe ha superado todas las previsiones. 

Con todo, como decíamos al principio, nos centraremos en la clase de ineficiencia que parasita y engarrota las mentes de los altos directivos bancarios hasta el punto de no permitirles salir de la espiral de resultados negativos que lastra viciosamente las cuentas de resultados por muchas horas de trabajo que parezcan pasar en sus despachos.

Como suele suceder en las catástrofes aéreas, la situación de crisis circular que vive el sector financiero no responde a una sola causa, sino a una combinación de ellas, provocando el efecto de cóctel explosivo, que acarrea su Gran Ineficiencia.


A los hombres con capacidad de discernimiento se les tomará por urdidores de planes...

Ø      No nos fiemos de nadie. Desde el principio de la crisis las entidades financieras hicieron de la centralización absoluta de la autoridad y la decisión la bandera en la lucha contra la adversidad. En entidades de gran tamaño, que cualquier euro que haya que conceder a crédito haya de ser autorizado en Madrid o Barcelona mediante unos procesos administrativos largos y documentalmente exigentes, está provocando unos costes de tiempos que nadie está midiendo en euros.
¡Tenemos demasiados costes fijos! Cerremos oficinas, despidamos gente, reorganicemos…bla, bla, bla. Desde luego que tienen muchos costes fijos… para su nivel de actividad. ¿Qué tal si se preocuparan un poco de mejorar su nivel de actividad? La productividad de su estructura ha caído drásticamente por la centralización del proceso de decisión.
Paralelamente está enrareciéndose el ambiente de trabajo en las organizaciones financieras, contando en la actualidad con unos niveles de moral, entusiasmo y compromiso realmente pobres. La ineludible alienación entre cúpula y cuadros intermedios causa  sentimientos de impotencia, indiferencia con los resultados y falta de identificación con la entidad.
Ø      El gigante no se ve los pies. Como reacción ante la crisis, el sector financiero se encuentra inmerso en un proceso de concentración que está reduciendo el número de entidades financieras. Y aumentando su tamaño.  Este proceso no es algo que los gestores de los bancos estén en condiciones de manejar completamente, formando parte de las nuevas reglas del juego bancario europeo y mundial.  Sin embargo, por muy evolucionados que estén los sistemas de información, las grandes entidades han de vigilar la excesiva distancia entre la cúpula y sus bases pues, combinada con otros factores como los siguientes, el tamaño puede que sí importe y no ser una virtud tan clara.


…a los previsores se les verá como cobardes…

Ø      No es país para viejos. Gran cantidad de talento y experiencia quedó fuera de juego gracias a las prejubilaciones. El valor de la experiencia de unos profesionales caros no debió desaprovecharse tan a la ligera. A la hora de reducir plantilla la mayoría optó por deshacerse del lastre de la veteranía. Es de destacar que algunas entidades medianas que aún quedan, supieron entender a tiempo este vector y limitaron este tipo de prácticas. He aquí otro factor que carece de indicadores claros para su traducción a euros, pero qué duda cabe que gran parte de la caída de la productividad procede del deterioro de la curva de experiencia en los recursos humanos de la banca.
Ø      Prohibido vender. Gran cantidad de talento procedente del área comercial que se sentó en el banquillo entonces no ha jugado los minutos clave del partido. Aunque es algo que no siempre se cumple, el personal comercial suelen ser, no solo expertos en el negocio de la calle, sino además personal con gran visión del negocio. Y ya se sabe que cuando a uno se le aparta luego ya no habla ni cuando debería hacerlo porque tiene la moral por los suelos. Les falta que alguien llegue, les inyecte esperanza y confianza en su entidad.
Ø      ¡Ya nos ocuparemos de eso después de la fusión! Un mal generalizado y muy peligroso: toda entidad inmersa en un proceso de reestructuración, sea absorbida o absorbente, paraliza sus procesos entrando en un diriase letargo operativo. Como un cuerpo que intenta digerir una copiosa comida y deriva toda la sangre del cerebro al estómago, las entidades se ven invadidas a todos los niveles por una somnolencia incontenible. Por todas partes, sus profesionales destinan horas sin límite a generar informes, actualizar listados, elaborar cierres, etc, quedando los clientes y sus asuntos en el más absoluto abandono. Resultado: pérdidas, morosidad y litigiosidad. Algo así como los varones de los que es bien sabido no somos capaces de hacer dos cosas a la vez.


…y a los de zafios modales se les confundirá con verdaderos guerreros.

Ø      La venganza de los Sith. Paralelamente se procedió en la banca a colocar en puestos clave a personal de las divisiones de riesgo en un intento por limitar y controlar el fuego que se propagaba sin control. Esta medida ha tenido un efecto cuando menos dudoso en la gestión de la crisis por mas que ahora algunos directivos actuales repitan la consabida cantinela de si yo hubiera mandado entonces, este préstamo no se habría concedido. Que duda cabe que los perjudicados han sido la negociación y el diálogo y en consecuencia los clientes (y en consecuencia la entidad).
Ø      Letrado, suegra y doctor cuanto más lejos mejor. Menos en la banca. Al menos en cuanto a lo del letrado. Otro colectivo que pasó a pesar mas en las organizaciones financieras fue el de la asesoría jurídica. Ellos empezaron a tomar decisiones de carácter trascendental y ya se sabe lo que ocurre cuando los abogados mandan, menos negociación y más pleitos. Esto ha causado que una mayor cantidad de activos caiga en situación de litigiosidad y por tanto de pérdidas. Otra vez mas salieron penalizados la imaginación y las ideas pues ya se sabe lo sencillo que es aquello de si no puede pagar le demando…
Ø      La persistente, enervante e incorregible endogamia del sector financiero, dogma incuestionable en su gestión de los recursos humanos es otro factor agravante de la crisis. Esta castración voluntaria, esta cándida asunción de que todo lo que bueno que hay lo tenemos ya dentro y solo basta moverlo de sitio es algo que costará resolver. Así gobiernan las distintas áreas de negocio personal de banca sin caer en la cuenta que ahora no solo son banqueros, ahora son empresarios de la economía real. Y son éstos, los empresarios de siempre, los que contemplan con desesperación, cómo los activos y los negocios que tuvo que entregar sin más opción al banco en pago de sus deudas se pudren en manos de ignorantes sin que nadie los ponga a funcionar, a crear empleo y a ganar dinero.


No obstante, en tanto que es un hecho constatado que hace falta mucha conciencia de sobra para admitir la crítica, es de esperar que alguno se pregunte qué clase de exacerbada arrogancia puede llevar a un ajeno a la profesión bancaria a dar consejos sobre su modelo de negocio. Intolerable, pretencioso, etc… ¡anatema contra él! El redactor, dejará entonces de lado su humildad, apretará los dientes y contestará que,  dado que las acciones de algunos tienen repercusión en la existencia de los demás, es natural que los afectados opinen de modo que traten de corregir el incorrecto gobierno de los asuntos del causante.

Dicho lo cual dudo de que este mensaje llegue a calar realmente en los destinatarios, pues el valor es una virtud que los dioses reparten caprichosamente, y hace falta mucho para dar el golpe de timón necesario a la gestión bancaria actual. Eso sí, como dijo Einstein, no esperemos que nada cambie si seguimos haciendo lo de siempre.



A los hombres con capacidad de discernimiento se les tomará por urdidores de planes, a los previsores se les verá como cobardes y a los de zafios modales se les confundirá con verdaderos guerreros.

武田信玄 Takeda Shingen 1521-1573

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