Para aquellos que conozcan a mi padre no les sorprenderá si
les digo que su pasión es el fútbol. Paco ve cualquier partido por la
televisión, aunque sea de tercera, o extranjero, se interesa por la prensa en
tanto que hable de fútbol y se para a mirar cualquier partido improvisado por la chavalería en medio de la calle. Su memoria nunca ha sido muy buena y en ella
hacen daño los lógicos achaques de la edad, sin embargo, mantiene la asombrosa capacidad
de memorizar nombres y fechas de modo increíble, siempre que tengan relación
con el fútbol.
Pero, por encima de todo, es el
Betis lo que llena su vida. En la
actualidad, Paco es el socio número 14 del Real
Betis Balompié. Fernando, su padre, era seguidor del Sevilla F.C.,
pero nunca se aficionó tanto al fútbol como a los toros. En la tauromaquia era donde tenía mi abuelo su pasión. Quizá
por eso, en la afición del pequeño Paquito, pesó más la influencia de su tío
Juan, bético a rabiar, a la sazón miembro de la Junta Directiva del Real Betis
cuando llegó el momento. Ayudaría también que comenzó a trabajar a los 9 años
en el comercio de este tío suyo, conocido como Nieto por todos. Alrededor de
1949 en la tienda de tejidos de la calle Burro, Paquito comenzó a aficionarse
al Betis, para no abandonarlo ya nunca más. Allí vivió su Betis
con su cuñado José Antonio y su primo Luis. Jose Antonio fue un hermano para él y compañero de viajes béticos por toda España. José Antonio, de tan bético, era inusual. Su número de socio era aún más bajo que el de Paco y en todo lo que hacía tenía presente al Betis, como el mantra de su vida. Infelizmente, mi querido padrino José Antonio nos dejó en 2014, luciendo el número 15 en la nómina de los más béticos.
Retomando el hilo, por el Betis, Paco vivió muchas
aventuras y anécdotas, las más de las veces relacionadas con el eterno rival,
el Sevilla F.C. Su “anti-sevillismo” es muy evidente para aquel que le conozca
un poco. Es, en palabras suyas, “superior a sus fuerzas”. Hasta donde yo
recuerdo, nunca pudo ver al Sevilla. Ni en pintura. Desea que pierda el Sevilla
hasta en los entrenamientos y brinda cuando lo golean. Es capaz de contar mil
episodios que justifican esa histórica alergia al eterno rival, muy sevillana
(muy española diría yo). Entre ellos, aquella tarde en la que su primo Luis y
él mismo, rodaron grada abajo del Sanchez Pizjuán, mientras huían de la manta
de golpes que les llovían por todas partes, en un partido del Trofeo Ciudad de Sevilla que enfrentaba al Betis con el Peñarol de Montevideo, donde los sevillistas presentes animaban al equipo americano. Aquel día juró no volver a pisar el campo del
Sevilla. Y lo cumplió.
Puesto ya usted, amable lector,
en situación, pasaré ahora a relatarle la anécdota que me contó Paco, en los
minutos de oro de los que uno disfruta con su padre, con menor frecuencia de la
recomendable. Quedará usted tan sorprendido como quedé yo, que soy su hijo,
cuando la escuché.
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Así que volemos imaginariamente
hasta el 12 de diciembre de 1965. El mundo está en plena Guerra Fría, los
Estados Unidos recién han intervenido en un pequeño país llamado Vietnam y la
Unión Soviética ha logrado que uno de sus cosmonautas de un paseo espacial.
Este año ha fallecido Winston Churchill y Charles De Gaulle ha sido reelegido
Presidente de la República Francesa.
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Josep Seguer i Sans |
El día es frío en la que ya
llaman Vieja Cruz Alta, pronto estrenarán la Nueva Cruz Alta, un estadio
modernísimo, digno de un Sabadell próspero y de un equipo recién ascendido a
Primera. Pero son las 4, hace buena tarde, aquí arriba en la Cruz Alta, donde Nieto,
Seguer y Paco se sientan en localidades de tribuna baja, justo antes de que los
equipos salten al césped.
- A ver si le meten siete al Sevilla - dice Nieto mientras enciende un puro. Bajo el ala de su sombrero brilla una amarillenta sonrisa.
Seguer sonríe pues sus simpatías
tampoco están con el Sevilla, la tarde va a ser entretenida, espera que los tres canten los goles del Sabadell,
con la grada entera. La afición entona cánticos por encima de ellos y las
banderas arlequinadas ondean por todas partes.
Sale el Sabadell al terreno de
juego, con la siguiente alineación: Martínez, Isidro, Arqué, Sertucha, Vidal
II, Vall, Izaola, Morollón, Sabino, Noya y Martí. Les entrena Pasieguito,
mito viviente del Valencia C.F.
Por fin, sale el Sevilla al
campo, con estos titulares: Molina, Rebellón, Costas, Eloy, Lax, Oliveros,
Achúcarro, Manolo Cardo, Diéguez, Cabral y Pintado. Dirige al Sevilla desde el
banquillo Eizaguirre. La pitada es monumental, los abucheos y los gritos lo
llenan todo. Nieto y Seguer están calmadamente sentados, pero Paco sigue en pie
y hace bocina con las manos para gritar los improperios de rigor al equipo
visitante, para luego sentarse tras un acomodador tironcito de las perneras del
pantalón de su traje.
Comienza el partido y pronto el
Sevilla se hace con el dominio del balón. Los nervios del recién ascendido
pasan factura ante un visitante veterano. Y entonces, con un griterío menos
intenso, es cuando comienzan a escucharse los insultos de un grupito de aficionados justo detrás de Paco.
- ¡¡ Andaluces, flojoooos, perroooooos !!
Ya salieron los tópicos
regionales. Paco mira hacia atrás, con media sonrisa todavía. Parece que algunos están algo cargaditos de anís. Tienen pinta de brutos. Cosas que se dicen en el futbol, que saca lo peor de cada uno. Pelillos a la mar. Son solo un grupito. Impresentables hay en todas partes.
Las jugadas se suceden y parece que el Sevilla domina el partido, lo cual no es para nada del agrado de la afición catalana. Los ultras sentados algo mas arriba de Paco, entonan cánticos.
Las jugadas se suceden y parece que el Sevilla domina el partido, lo cual no es para nada del agrado de la afición catalana. Los ultras sentados algo mas arriba de Paco, entonan cánticos.
- ¡¡ Lavarse sevillanoooos, cerdooooos, que oléis a cerraoooo !!
A pesar de que la afición del Sabadell anima con respeto y deportividad, el grupito de marras sigue en su línea. Paco se vuelve de nuevo, ya sin reírse en absoluto. No
sabía bien por qué, pero aquellos se estaban pasando un poco.
- ¡¡Niño!!, que es el Sevilla, qué más te da… deja de mirar para atrás. – Nieto le acaba de regañar. El viejo no quiere problemas allí en campo extraño, por eso avisa a su impetuoso sobrino. Relax, como diríamos hoy día. Seguer se ríe, para suavizar la cosa.
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Estadio de la Vieja Cruz Alta |
Pitadas a las que el grupito de atrás añade insultos, que prosiguen una vez reanudado el juego. Los ultras de la grada alta, que estaban tirando de tópicos, enrabietados por el gol, vuelven a la carga vomitando insultos al equipo andaluz:
- Cabroneeeees…. que no trabajáis hijos de putaaaaaa, iros a Sevilla con vuestros muertos, a dormir la siestaaaaa- grita uno de cara enrojecida.
- ¡¡ Andaluceeeees, guarroooos, apestosooooooos ¡¡ - canta otro con bandera al hombro.
Se estaban pasando. La pierna
derecha de Paco se mueve nerviosamente y sigue mirando hacia atrás, con mas
disimulo pero con mas mala uva. El Sevilla sigue jugando bien aunque ahora es
el Sabadell el que arrecia en su ataque, tanto como arrecian esos aficionados
en los suyos.
- ¡¡¡ Sevillanos marranos, que estáis todo el día de fiestaaaaa!!!
- Estos “na” mas quieren feria y juerga, borrachooooos…
Paco está realmente cabreado.
Es en el minuto 42 cuando, al
filo del descanso, el Sevilla enhebra un contragolpe, pim, pam, pim, pam, gol. Gol
del Sevilla. 0-2, marcó Oliveros. Y ocurre lo imprevisible, la excepción que confirma la regla, lo nunca visto, lo impensable. Ocurre que Paco, que todavía es Paquito y se deja llevar, grita "Gol", se levanta de un salto, se da la vuelta hacia la grada alta y comienza a
hacerles cortes de manga a los aficionados que tanto insultaban. Uno, dos,
tres, cuatro, cinco…. cortes de manga, todos seguidos, uno detrás de otro, con
fuerza, como el que quiere que lleguen volando bien lejos, hasta la boca del
enemigo.
- ¡¡Tomarse por culo!! – grita Paco, aliñando el gesto.
Nadie en la grada reacciona, el
mazazo del gol visitante unido a la incredulidad del descarado gesto de aquel desconocido aficionado,
deja sin aliento a todos momentáneamente. Nieto, se ha levantado, pero solo para
tratar de devolver a Paco a su asiento.
- ¿Qué haces niño? ¿Estás loco?...
Entonces llega la reacción en
forma de gritos, puños cerrados, pasos hacia abajo y amenazas. Se va a liar parda. Solo entonces se
levanta Seguer que, girado ante los enfurecidos aficionados pide calma con los
brazos abiertos.
- Es Seguer… Seguer… - murmuran voces aquí y allá, algunos le aplauden al reconocerle.
El veterano futbolista hace
gestos mudos, como indicando que pelillos a la mar, que no se lo tengan en
cuenta, que aquel pobre chaval no sabe muy bien lo que hace. Ciertamente, solo la leyenda de
Seguer impide que bajen unos cuantos a darle su merecido a aquel andaluz insolente.
El pitido de Segrelles del Pilar, árbitro del encuentro, anunciando el final del primer tiempo, es el complemento necesario para rebajar esta tensión. Toca moverse a buscar un café y a fumar tranquilos, lejos de aquellos energúmenos amenazantes. Nieto le regañó de nuevo, pero no demasiado...
El pitido de Segrelles del Pilar, árbitro del encuentro, anunciando el final del primer tiempo, es el complemento necesario para rebajar esta tensión. Toca moverse a buscar un café y a fumar tranquilos, lejos de aquellos energúmenos amenazantes. Nieto le regañó de nuevo, pero no demasiado...
Y aquella fue la anécdota de un
Paco reaccionando con júbilo tras un gol del Sevilla, F.C., algo que yo creía que era cosa
imposible, pero que realmente sucedió, bastante antes de que yo naciera. Nunca
tuve conocimiento de ella hasta hace bien poco, en que la conversación surgió
de pasada, al hilo de otros temas mas profundos, durante unos minutos de oro.
Aquella tarde, ayudó a calmar los
ánimos que el Sabadell acabara empatando justamente un partido, que el Sevilla entregó en la segunda parte. 2-2 en la Vella Creu Alta, aquella jornada, con goles de Vidal y Sabino por parte del club arlequinado. Desde aquí toda mi simpatía y cariño al Centre d'Esports Sabadell Futbol Club y su afición.
Aquel domingo, el Betis le ganó al Elche 2-1. A la postre, aquel año acabaría descendiendo a segunda división, donde, por cierto, saludaría al Sevilla dos años después, por el descenso del eterno rival.
Aquel domingo, el Betis le ganó al Elche 2-1. A la postre, aquel año acabaría descendiendo a segunda división, donde, por cierto, saludaría al Sevilla dos años después, por el descenso del eterno rival.
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Este mismo día en el Benito Villamarín, Betis 2-Elche 1 |
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Personalmente, al próximo que me diga que los andaluces estamos todo el día de fiesta, le tiro el cubata a la cara.