16 septiembre 2014

EL TALENTO, ESA GRAN AMENAZA


"Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos."




Las empresas deben buscar y retener el talento. Este es el mantra que escuchamos y leemos una y otra vez. Conferencias, artículos, blogs, posts en redes sociales, jornadas, seminarios, sesiones de programas directivos,... Blá, blá, blá. Talento, talento, talento. 


La verdad es que se han ganado ustedes este artículo. Por cansinos.


En mi trayectoria profesional he tenido oportunidad de contemplar cómo las empresas en España, las pequeñas, las grandes y las muy grandes, gestionan el talento. Y les aseguro que entienden por talento algo muy distinto a lo que usted y yo pensamos. Más o menos consideran al talento como una pizca de inteligencia, aderezada con una mezcla adecuada de simpatía, disciplina, docilidad y adulación. 


Leo recientemente en un blog: ¿Para qué contratamos a personas inteligentes, si luego les decimos lo que tienen que hacer?. Parece que hay alguien que se hace las preguntas correctas. Lamentablemente no figura la respuesta a continuación. Lástima. 
Se conocen infinitas clases de necios. La mas deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento. Santiago Ramon y Cajal.


Otra. He aquí las reflexiones del director de recursos humanos de una gran empresa multinacional: hay que "poner el foco en generar una cultura del compromiso, de la implicación y de la responsabilidad con un proyecto común para lograr retener a los mejores. Debemos conseguir que la empresa sea el lugar en el que el colaborador desarrolle un proyecto vital integral". Un proyecto vital integral… Qué bonito. Sobre todo así escrito en una web de management (donde, recuerden, es gratis escribir). Muchos te leerán, artista bien pagado, y pensarán que hay que ver cuánto sabes de recursos humanos. Pero esas bellas palabras no lo parecerán tanto, el día en que tu empresa se vea en la necesidad de aligerar costes o mantener productividad, mediante la reducción de plantilla o la movilidad funcional o geográfica. Ese día las necesidades del empleado pasarán a un segundo grupo de prioridades, dado que la supervivencia y rentabilidad del accionista estará en el primer grupo. Y ese empleado, que diseñó su proyecto vital integral en la empresa, se quedará confuso, abatido, desorientado, despedido,… destruido. Las empresas no deberían pedir a sus colaboradores lo que ellas mismas no están en condiciones de ofrecer. 


¿Y qué es el talento en realidad? 


Empecemos por recordar que el diccionario define talento como la inteligencia, aptitud, conjunto de facultades o capacidades tanto artísticas como intelectuales.


Para mí, una persona con talento es la que tiene la mala costumbre de utilizar ese órgano que lleva sobre los hombros. Le da por pensar, por leer y es irremediablemente curiosa. La persona con talento no solo domina los conocimientos necesarios para desarrollar su trabajo sino que cultiva otras parcelas de su intelecto, preocupándose por el equilibrio de su caudal de conocimientos. El talentoso huye de las etiquetas, sean estas políticas, religiosas o deportivas, gusta de su independencia intelectual y no se encuentra cómodo con doctrinas, idearios o dogmas. Esta persona tiene opiniones variadas que expone con soltura y autoconfianza, aún a pesar de ir en contra de las instrucciones recibidas. En un grupo, sabe plantear los diferentes puntos de vista que su capacidad analítica le muestra y defiende sus alternativas si las cree las mejores opciones. Tiene lealtad, pero también integridad y sabe decir NO cuando llega el momento o se ponen en juego sus principios. Sabe motivar y mover a los demás, crea proyectos y los desarrolla con energía y fuerza de voluntad.


¿Realmente las empresas en España buscan el talento?


Otros dicen, “buscamos el talento en los puestos clave de la empresa”. Pero incluso así, asuntos como la flexibilidad de horarios, la conciliación de la vida familiar o el teletrabajo siguen siendo ciencia ficción para la inmensa mayoría de los directivos españoles. Se buscan profesionales contratados a granel, sin mencionarle sus objetivos pero sí su horario, que se espera estire por la tarde lo más que pueda.


¿Es el talento lo más buscado y retenido en la Administración Pública, en las organizaciones políticas o en las empresas familiares? ¿Cómo seguimos hablando de que debemos retener al talento?


La misma estructura de las empresas españolas entra en contradicción con estos eslóganes sobre el talento. Estructuras piramidales muy estilizadas, con jefes y jefes de jefes, a los que todo el mundo teme. Despachos enormes según tu mando, sueldos que muestran lo mucho que pesas, corbatas caras que señalan con quién te las gastas. Organizaciones donde las órdenes bajan en cascada desde la alta dirección, donde nadie hace nada sin el expreso permiso para ello o en las que da vergüenza pedir las vacaciones. 


¿Es en esta clase de organizaciones donde esperamos que el talento se conforte en aterrizar?


Empresas que pescan en el tormentoso mar del desempleo, donde no hay que echar las redes porque los peces saltan solos sobre cubierta. Caza talentos que no cazan nada, porque cazar es salir al campo, armado, rastrear y acechar a tu presa, con paciencia y oficio, hasta encontrarla y dispararle de modo que no pueda sino caer en tus manos. Y en este país, ningún reclutador de personal, que es como hay que llamarlos, tiene necesidad de salir de su despacho, porque sobre su mesa se acumulan cientos de curricula entre los que elegir aquel que mejor concuerde con la más o menos precisa descripción que del puesto haya hecho la empresa (por cierto, si es ingeniero mejor).


¿Este es el entorno en el que las empresas dicen luchar por buscar y retener el talento? Que me parto la caja.


Y sin embargo, al mismo tiempo, las empresas buscan cada vez más opciones más flexibles y dinámicas, tanto en lo salarial como en lo contractual, con el fin de hacerse más adaptables y menos rígidas ante un entorno impredecible que cambia día tras día. Poco a poco la normativa legal se adapta a estas nuevas situaciones. 

¿Pero cómo conciliar estas nuevos modelos de empresa y de contratación, con la captación del verdadero talento?


Para encontrar las respuestas a estas preguntas debemos empezar reconociendo una realidad: las empresas españoles no buscan el talento en sus procesos de selección. Ojo, esto no es malo en sí, cada empresa debe tener lo que necesita y tiene derecho a contratar a quien quiera, faltaba más. Solo digo que está feo llamar talento a esto que ellas buscan. Las empresas no buscan talento porque no lo necesitan. El talento es seductor. Pero es incómodo. El talento no les sirve. Todo empresario considera que ya hay talento suficiente en su empresa, el suyo. En las grandes empresas, esto es aplicable al consejo de administración o al comité de dirección, ellos ya cobran por su talento, no hace falta más. Las empresas españolas requieren en realidad buenos técnicos-ejecutores, personas capaces de hacer bien su trabajo, de dirección o de base, ya sea este las ventas, la contabilidad o la logística (recuerden, si es ingeniero resulta ideal, saben de todo).


Mejor que de talento, propongo hablar de capacidades inherentes al puesto. Dejemos el talento para donde y cuando es realmente útil. Me parecen más coherentes los modelos en el que las empresas puedan recurrir al verdadero talento sin necesidad de incorporarlo en plantilla. Un sistema flexible de externalización, consultoría, acompañamiento e interim management que pueda dar satisfacción a la necesaria flexibilidad empresarial y a la demanda de talento real, en los momentos y condiciones que demande cada empresa. Los individuos con talento pueden así constituirse en profesionales independientes que presten sus servicios a una o varias empresas en función de sus capacidades.


Como detalle final, que viene a reforzar lo escrito, me viene a la mente otra idea que es necesario exponer. El talento está presente en más personas de las que pensamos. Duerme en nuestro interior, aletargado y atrofiado por nuestra educación tradicional, nuestros convencionalismos sociales y nuestros sistemas educativos. No creamos que el talento surgirá y florecerá por el mero hecho de poseerlo. Hay que activarlo, hay que detonarlo con un fulminante adecuado. Puede ser un proceso de descubrimiento interior, una inspiración o estimulación ajena, puede ser una experiencia vital traumática o puede ser el coaching. Las técnicas y procedimientos del coaching despiertan el talento dormido para que se despliegue en el interior y se irradie hacia los demás.


Y sobre el despertar del talento interior, una de las mejores coach de España me dijo un día, “las empresas tienen sumo cuidado en aplicar el coaching a sus directivos y cuadros intermedios, porque, si el coaching se aplica a las personas correctas y del modo adecuado, estos profesionales volarán de la empresa para buscar su futuro con sus propios proyectos”. 


¿Talento? ¡¡¡No, por Dios!!!

"Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos."
Elbert Hubbard
Escritor, editor, artista y filósofo estadounidense.

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