"Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos."
Las empresas deben buscar y
retener el talento. Este es el mantra que escuchamos y leemos una y otra vez.
Conferencias, artículos, blogs, posts en redes sociales, jornadas, seminarios,
sesiones de programas directivos,... Blá, blá, blá. Talento, talento, talento.
La verdad es que se han ganado
ustedes este artículo. Por cansinos.
En mi trayectoria profesional he
tenido oportunidad de contemplar cómo las empresas en España, las pequeñas, las
grandes y las muy grandes, gestionan el talento. Y les aseguro que entienden
por talento algo muy distinto a lo que usted y yo pensamos. Más o menos
consideran al talento como una pizca de inteligencia, aderezada con una mezcla
adecuada de simpatía, disciplina, docilidad y adulación.
Leo recientemente en un blog: ¿Para qué contratamos a personas
inteligentes, si luego les decimos lo que tienen que hacer?. Parece que hay
alguien que se hace las preguntas correctas. Lamentablemente no figura la
respuesta a continuación. Lástima.
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Se conocen infinitas clases de necios. La mas deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento. Santiago Ramon y Cajal. |
Otra. He aquí las reflexiones del
director de recursos humanos de una gran empresa multinacional: hay que "poner el foco en generar una cultura del
compromiso, de la implicación y de la responsabilidad con un proyecto común
para lograr retener a los mejores. Debemos conseguir que la empresa sea el
lugar en el que el colaborador desarrolle un proyecto vital integral".
Un proyecto vital integral… Qué bonito. Sobre todo así escrito en una web de management (donde, recuerden, es gratis
escribir). Muchos te leerán, artista bien pagado, y pensarán que hay que ver
cuánto sabes de recursos humanos. Pero esas bellas palabras no lo parecerán tanto,
el día en que tu empresa se vea en la necesidad de aligerar costes o mantener
productividad, mediante la reducción de plantilla o la movilidad funcional o
geográfica. Ese día las necesidades del empleado pasarán a un segundo grupo de
prioridades, dado que la supervivencia y rentabilidad del accionista estará en
el primer grupo. Y ese empleado, que diseñó su proyecto vital integral en la empresa, se quedará confuso, abatido,
desorientado, despedido,… destruido. Las empresas
no deberían pedir a sus colaboradores lo que ellas mismas no están en
condiciones de ofrecer.
¿Y qué es el talento en realidad?
Empecemos por recordar que el diccionario
define talento como la inteligencia, aptitud,
conjunto de facultades o capacidades tanto artísticas como intelectuales.
Para mí, una persona con talento es
la que tiene la mala costumbre de utilizar ese órgano que lleva sobre los
hombros. Le da por pensar, por leer y es irremediablemente curiosa. La persona
con talento no solo domina los conocimientos necesarios para desarrollar su
trabajo sino que cultiva otras parcelas de su intelecto, preocupándose por el
equilibrio de su caudal de conocimientos. El talentoso huye de las etiquetas,
sean estas políticas, religiosas o deportivas, gusta de su independencia
intelectual y no se encuentra cómodo con doctrinas, idearios o dogmas. Esta
persona tiene opiniones variadas que expone con soltura y autoconfianza, aún a
pesar de ir en contra de las instrucciones recibidas. En un grupo, sabe
plantear los diferentes puntos de vista que su capacidad analítica le muestra y
defiende sus alternativas si las cree las mejores opciones. Tiene lealtad, pero
también integridad y sabe decir NO cuando llega el momento o se ponen en juego sus
principios. Sabe motivar y mover a los demás, crea proyectos y los desarrolla
con energía y fuerza de voluntad.
¿Realmente las empresas en España
buscan el talento?
Otros dicen, “buscamos el talento en los puestos clave de
la empresa”. Pero incluso así, asuntos como la flexibilidad de horarios, la
conciliación de la vida familiar o el teletrabajo siguen siendo ciencia ficción
para la inmensa mayoría de los directivos españoles. Se buscan profesionales
contratados a granel, sin mencionarle sus objetivos pero sí su horario, que se espera
estire por la tarde lo más que pueda.
¿Es el talento lo más buscado y
retenido en la Administración Pública, en las organizaciones políticas o en las
empresas familiares? ¿Cómo seguimos hablando de que debemos retener al talento?
La misma estructura de las
empresas españolas entra en contradicción con estos eslóganes sobre el talento.
Estructuras piramidales muy estilizadas, con jefes y jefes de jefes, a los que
todo el mundo teme. Despachos enormes según tu mando, sueldos que muestran lo
mucho que pesas, corbatas caras que señalan con quién te las gastas. Organizaciones
donde las órdenes bajan en cascada desde la alta dirección, donde nadie hace
nada sin el expreso permiso para ello o en las que da vergüenza pedir las
vacaciones.
¿Es en esta clase de
organizaciones donde esperamos que el talento se conforte en aterrizar?
Empresas que pescan en el
tormentoso mar del desempleo, donde no hay que echar las redes porque los peces
saltan solos sobre cubierta. Caza talentos que no cazan nada, porque cazar es
salir al campo, armado, rastrear y acechar a tu presa, con paciencia y oficio,
hasta encontrarla y dispararle de modo que no pueda sino caer en tus manos. Y en
este país, ningún reclutador de personal, que es como hay que llamarlos, tiene
necesidad de salir de su despacho, porque sobre su mesa se acumulan cientos de curricula entre los que elegir aquel que
mejor concuerde con la más o menos precisa descripción que del puesto haya
hecho la empresa (por cierto, si es ingeniero mejor).
¿Este es el entorno en el que las
empresas dicen luchar por buscar y retener el talento? Que me parto la caja.
Y sin embargo, al mismo tiempo,
las empresas buscan cada vez más opciones más flexibles y dinámicas, tanto en
lo salarial como en lo contractual, con el fin de hacerse más adaptables y
menos rígidas ante un entorno impredecible que cambia día tras día. Poco a poco
la normativa legal se adapta a estas
nuevas situaciones.
¿Pero cómo conciliar estas nuevos modelos de empresa y de
contratación, con la captación del verdadero talento?
Para encontrar las respuestas a
estas preguntas debemos empezar reconociendo una realidad: las empresas
españoles no buscan el talento en sus procesos de selección. Ojo, esto no es
malo en sí, cada empresa debe tener lo que necesita y tiene derecho a contratar
a quien quiera, faltaba más. Solo digo que está feo llamar talento a esto que
ellas buscan. Las empresas no buscan talento porque no lo necesitan. El talento
es seductor. Pero es incómodo. El talento no les sirve. Todo empresario
considera que ya hay talento suficiente en su empresa, el suyo. En las grandes empresas,
esto es aplicable al consejo de administración o al comité de dirección, ellos
ya cobran por su talento, no hace falta más. Las empresas españolas requieren
en realidad buenos técnicos-ejecutores, personas capaces de hacer bien su
trabajo, de dirección o de base, ya sea este las ventas, la contabilidad o la
logística (recuerden, si es ingeniero resulta ideal, saben de todo).

Como detalle final, que viene a
reforzar lo escrito, me viene a la mente otra idea que es necesario exponer. El
talento está presente en más personas de las que pensamos. Duerme en nuestro
interior, aletargado y atrofiado por nuestra educación tradicional, nuestros
convencionalismos sociales y nuestros sistemas educativos. No creamos que el
talento surgirá y florecerá por el mero hecho de poseerlo. Hay que activarlo,
hay que detonarlo con un fulminante adecuado. Puede ser un proceso de
descubrimiento interior, una inspiración o estimulación ajena, puede ser una
experiencia vital traumática o puede ser el coaching. Las técnicas y
procedimientos del coaching despiertan el talento dormido para que se
despliegue en el interior y se irradie hacia los demás.
Y sobre el despertar del talento
interior, una de las mejores coach de España me dijo un día, “las empresas tienen sumo cuidado en aplicar
el coaching a sus directivos y cuadros intermedios, porque, si el coaching se
aplica a las personas correctas y del modo adecuado, estos profesionales
volarán de la empresa para buscar su futuro con sus propios proyectos”.
¿Talento? ¡¡¡No, por Dios!!!
"Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos."
Elbert Hubbard
Escritor, editor, artista y filósofo estadounidense.